Publicidad

Departamentales

Valle Fértil: el comedor de la parroquia cerró y 150 personas ya no tienen para comer

Este domingo fue el último día de atención.

05 de mayo de 2020

El comedor de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario y San Agustín ya venía funcionando desde hacía años de martes a viernes con un número que promediaba las 25 personas vulnerables.

Pero a partir del 20 de marzo, cuando la cuarentena por el coronavirus comenzó, el número paulatinamente fue creciendo y cuando se quisieron acordar preparaban 150 viandas por día.

Publicidad

Alfredo Quero, cura de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario y San Agustín.

“Primero nos planteamos atender a los adultos mayores que no tuviesen quien les hiciera de comer o porque no podían salir a hacer compras, pero después apareció una persona que se había quedado sin trabajo, después otra y otra y el número se fue ampliando”, le contó a DIARIO HUARPE el padre Alfredo Quero.

Por día se preparaban 150 platos de comida. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

Ante esta realidad, para poder solventar los gastos, Quero y sus colaboradores salieron a buscar ayuda económica entre amigos, feligreses y vecinos bondadosos del departamento.

La ayuda no tenía base ni techo. Cada uno ponía lo que podía. Algunos donaron $200 y otros hasta $5000 y la suma superó los 100.000 pesos.

Por día se gastaban 5000 pesos para comprar los ingredientes de la comida. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

“Con eso pudimos comprar verduras, carnes, huevos, lentejas, porotos... En fin, todo lo necesario para armar durante 45 días los 150 platos de comida", contó Quero.

Publicidad

Cada uno colaboraba con lo que sabía. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

Pero el domingo, justo cuando se habían sumado 2 familias que ya no tenían plata para comer (una de ellas con 7 integrantes y la otra con 4), se quedaron sin un peso y tuvieron que cerrar. 

La comida la preparaban entre todos. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

“Por un lado, todos los que hemos participado de esta experiencia nos sentimos bien porque nos propusimos ayudar al otro y lo hicimos, pero por el otro nos sentimos tristes porque el dinero se nos terminó y tuvimos que cerrar”, lamentó Quero.

Por el otro

En Valle Fértil no todos son empleados municipales o tienen comercios: la mayoría vive de los que generan en el día y la cuarentena los quebró.

La asistencia alimentaria se daba solo en la villa San Agustín. Las tareas comenzaban a las 8 de la mañana y terminaban pasadas las 16. La comida la preparaban entre todos.

Para cocinar también se usaban los hornos eléctricos. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

Días de ravioles. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

Los jóvenes de la comunidad religiosa, incondicionales con la causa. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

Algunos eran los cocineros, otros colaboraban como asistentes de cocina, limpieza y distribución.

Una vez terminada la jornada se limpiaba el lugar de trabajo. Foto: gentileza padre Alfredo Quero.

Algunos iban a buscar el plato de comida a la parroquia, pero a la mayoría se los llevaban a domicilio con movilidades del municipio.

Por día, solo para la comida, sin incluir los costos fijos de electricidad (los hornos y termotanque son eléctricos), gas (cocina) y demás, se necesitaban casi 5.000 pesos.

Sin un cinco 

“En unos días llegarán a la parroquia las boletas a pagar de la luz y demás costos fijos y la verdad no sé cómo vamos a hacer para pagar”, contó Quero. 

“Al estar todo parado con la cuarentena, a la parroquia no le está ingresando ni un cinco de las limosnas, de los bautismos, casamientos, que con eso afrontábamos los costos fijos”, agregó.

El padre Quero se encomienda a Dios para lo que vendrá

Por último, el padre Quero concluyó: “Nosotros atendimos una necesidad que estaba en el pueblo, que sigue y que seguirá estando. Pero bueno, hasta aquí llegamos y Dios, dirá”.

Publicidad
Más Leídas
Publicidad

ÚLTIMAS NOTICIAS