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Valle Fértil: el comedor de la parroquia cerró y 150 personas ya no tienen para comer
El comedor de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario y San Agustín ya venía funcionando desde hacía años de martes a viernes con un número que promediaba las 25 personas vulnerables.
Pero a partir del 20 de marzo, cuando la cuarentena por el coronavirus comenzó, el número paulatinamente fue creciendo y cuando se quisieron acordar preparaban 150 viandas por día.
“Primero nos planteamos atender a los adultos mayores que no tuviesen quien les hiciera de comer o porque no podían salir a hacer compras, pero después apareció una persona que se había quedado sin trabajo, después otra y otra y el número se fue ampliando”, le contó a DIARIO HUARPE el padre Alfredo Quero.
Ante esta realidad, para poder solventar los gastos, Quero y sus colaboradores salieron a buscar ayuda económica entre amigos, feligreses y vecinos bondadosos del departamento.
La ayuda no tenía base ni techo. Cada uno ponía lo que podía. Algunos donaron $200 y otros hasta $5000 y la suma superó los 100.000 pesos.
“Con eso pudimos comprar verduras, carnes, huevos, lentejas, porotos... En fin, todo lo necesario para armar durante 45 días los 150 platos de comida", contó Quero.
Pero el domingo, justo cuando se habían sumado 2 familias que ya no tenían plata para comer (una de ellas con 7 integrantes y la otra con 4), se quedaron sin un peso y tuvieron que cerrar.
“Por un lado, todos los que hemos participado de esta experiencia nos sentimos bien porque nos propusimos ayudar al otro y lo hicimos, pero por el otro nos sentimos tristes porque el dinero se nos terminó y tuvimos que cerrar”, lamentó Quero.
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Por el otro
En Valle Fértil no todos son empleados municipales o tienen comercios: la mayoría vive de los que generan en el día y la cuarentena los quebró.
La asistencia alimentaria se daba solo en la villa San Agustín. Las tareas comenzaban a las 8 de la mañana y terminaban pasadas las 16. La comida la preparaban entre todos.
Algunos eran los cocineros, otros colaboraban como asistentes de cocina, limpieza y distribución.
Algunos iban a buscar el plato de comida a la parroquia, pero a la mayoría se los llevaban a domicilio con movilidades del municipio.
Por día, solo para la comida, sin incluir los costos fijos de electricidad (los hornos y termotanque son eléctricos), gas (cocina) y demás, se necesitaban casi 5.000 pesos.
Sin un cinco
“En unos días llegarán a la parroquia las boletas a pagar de la luz y demás costos fijos y la verdad no sé cómo vamos a hacer para pagar”, contó Quero.
“Al estar todo parado con la cuarentena, a la parroquia no le está ingresando ni un cinco de las limosnas, de los bautismos, casamientos, que con eso afrontábamos los costos fijos”, agregó.
Por último, el padre Quero concluyó: “Nosotros atendimos una necesidad que estaba en el pueblo, que sigue y que seguirá estando. Pero bueno, hasta aquí llegamos y Dios, dirá”.