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La “relación apasionada” que Griselda Siciliani mantuvo en secreto durante más de un año

En charla íntima habla de amor, de un romance oculto y de cómo es el hombre que podría enamorarla. “El concepto de ‘soltería’ me hace reír. Como si los vínculos sólo se definieran en ese sistema binario de ‘soltero o casado’.

POR REVISTA GENTE PARA DIARIO HUARPE

En charla íntima habla de amor, de un romance oculto y de cómo es el hombre que podría enamorarla. Sentimental, el film que Griselda Siciliani protagonizará pondrá en foco la aventura más riesgosa y ambiciosa: vivir en pareja. Ella y Javier Cámara –“del que siempre fui fan”, dice– están atrapados entre los reproches, la tensión y los prejuicios de un matrimonio hostil, que irá tejiendo el guión a partir del choque frontal con la libertad sexual de sus nuevos vecinos (Belén Cuesta y Alberto San Juan). Cuestiones vinculares –y su concepto de “disfrute consciente”– decretan un nuevo stop en esta charla.

Respecto de los reproches en el amor, dispara con gracia: “No los recuerdo… ¡ni a mis relaciones!”. Pero asegura: “Sólo me embarco en vínculos con base en la libertad”. Por más “desprejuiciada con todo y con todos”, dice que jamás aceptaría abrir una pareja.

¿Creés en la monogamia?
–Sí. Todavía soy demasiado romántica. Cuando tengo la mirada en un hombre me quedo ahí. Soy honesta. La pasión no la divido. Y si miro hacia otro lado, es para irme a la mierda. La fidelidad es un tema demasiado superficial. ¿Qué es ser fiel a otro? ¿No mentirle? ¿No enamorarse de alguien más? ¿No tener sexo con más personas? El concepto “infidelidad” fue haciéndose más grande que el de libertad, por ejemplo. Algo de lo que no se habla. Fui infiel y me han sido infieles. Pero estando en pareja lo único que evalúo es mi entrega. Cuando uno sufre es por falta de entrega, o por una entrega “a medias”. Es para mí algo no condenatorio. Si a mí me pasara que mi pareja me estuviese “engañando” serialmente, tomaría distancia pero sin juicios, sin demonizar. Pero, como soy, seguramente reflexionaría sobre la “negación” o la “comodidad”, conceptos con los que no comulgo. Porque me detendría en un autoexamen: “¿Dónde estaba yo? ¿Qué estaba mirando?”. Si no, la culpa siempre sería del otro. No sé si será sano, ni si me enorgullece ser así, pero tengo mi felicidad muy conectada al “todo o nada”.

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–A más de dos años sin una relación de pareja estable, ¿qué pasa con el amor?
–No le estoy dando demasiada oportunidad. No sé si soy egoísta o vaga, pero mi soledad, o mejor dicho mi vida familiar, es de una belleza tan sofisticada, de tanto privilegio, que no me hace falta nada más. Soy de “raje” rápido. Últimamente nadie me convence. Si alguien me gusta, que se sienta halagado. Ahora, como buena caprichosa en cuestiones de deseo, si alguien me vuelve loca no evalúo circunstancias ni consecuencias.

Así como hoy, y en términos de amor, “no la veo”, tampoco imagina al “valiente” que podría enamorarla. Pero se anima a tildar algunos ítems: “Inteligencia y humor, que para mí son casi lo mismo”. Y reconoce dos rasgos incompatibles: “La solemnidad me aleja por completo” y “la idea de ‘bondad’, que me deprime”.

Griselda no tolera al hombre “pretencioso”, que “construye una imagen de sí mismo. Nadie suele hablar de lo bueno que es y de cómo planea salvar al mundo. En ese caso prefiero a un crispado”.

De todos modos esfuma la fantasía. “Jamás estuve ‘en busca’, y no tengo registro de haberme enamorado ansiosa por eso. Lo de ‘uy, ése me gusta, voy a levantármelo’ no sé cómo se hace, y ni me animaría. Pero sí soy la más conquistadora en un vínculo en el que hay cierto conocimiento, como con el casting ya hecho (se ríe). Ahí voy a por todo. El amor o el enamoramiento o el encantamiento, para bajarle un poco el precio, siempre apareció irrumpiendo en mi vida”.

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¿Debo creer que no tuviste irrupciones en estos últimos tiempos?
–(Risas) ¡Sí, claro! He vivido de todo: cositas y una relación importante.

–¿Dónde quedó la “importante”?
–En el camino. Pero tampoco reflexioné demasiado. Llamo “importantes” a las relaciones más apasionadas y con cierta duración. No necesito mucho más que eso.

–¿Qué tan larga fue esta relación?
–Poco más de un año.

–¿Por qué no nos enteramos?
–¿Ves? Se puede hacer mucho en silencio. Soy de la teoría de que si algo se sabe es porque alguien quiere contar. Con esta economía ya ni deben poner guardias, ¿no?

–Hay Instagram.
–¡Tal cual! (risas)

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