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Cultura y Espectáculos

Luana y Natasha, las chicas trans ovacionadas en el Carnaval de Chimbas

Bailarán esta noche en el corsódromo del Costanera Complejo Ferial.

06 de marzo de 2020

Luana Narvaez y Natasha Ríos están en el taller de la agrupación Juventud y Amistad del Barrio Los Pinos, en San Juan. Entre plumas y máscaras cosen lentejuelas y mostacillas. Se ríen entre mate y mate mientras recuerdan cómo fue su paso por el carnaval de Chimbas que arranca hoy y la construcción de quiénes son.

Natasha es jugadora de hockey del seleccionado argentino LGBT, tiene 39 y su aceptación fue a los 15. “Fui gay, transformista y ahora una chica trans”.

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Luana es peluquera, tiene 30 años y tomó su identidad a los 22 . Está casada y tiene una hija de 11 años, Aimara, a quien tuvo con su pareja anterior. 

"Esperábamos el carnaval con mucha ilusión cuando éramos más chicas. Usábamos los tarritos de leche Nido como tacos. Queríamos pintarnos, ponernos las extensiones. Ser lo que queríamos ser”, dice Luana.

Cuando eran unas niñas pasaron de usar una máscara suelta a ser bailarinas y pasistas en el corso. 

Luana y Natasha dando los últimos toques antes dela fiesta. (Foto: Gonzalo Medina)

"Nos cansamos. Dijimos no. Nos calzamos la plumas y salimos a ser lo que somos”, cuenta Luana.

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Era el 2012, estaba aprobada la ley de identidad de género y Natasha tenía su nuevo documento. Ya no tenía que presentar a los organizadores su partida de nacimiento ni llevar testigos.

"Dejamos de ser bailarines con nombre de varón", dice Lua.

Pero más allá de la liberación, esos años no fueron divertidos.

"Había madres que le decían a sus hijos que nos echen espuma en la cara y después se reían mientras nos sacábamos el maquillaje corrido", dice Luana.

"Terminaba la comparsa y había que sacarse todo el maquillaje y las uñas para devolvernos a ver a las otras agrupaciones. No podías pasar vestido de mujer. Te tiraban el pelo, te tiraban vino, un montón de cosas”, agrega Natasha.

"Nos permitían ser mujer dentro del corso, pero afuera eramos el varón", dice Luana.

Las dos están de acuerdo que en los últimos 10 años las cosas cambiaron muchísimo. 

Cada una de las prendas son elaboradas artesanalmente. (Foto: Gonzalo Medina)

Esta noche, a las 22, el corsódromo del Costanera Complejo Ferial se llenará de plumas, lentejuelas y redoblantes como en 1997, cuando la fiesta era en la calle Mendoza. 

Pero a diferencia de aquellos años no solo se verán máscaras sueltas y bombitas. Ahora desfilarán comparsas y murgas que ocuparán el ancho de la calle.

Y en el medio estarán ellas.

"Cada pasada es una caricia al alma. Cada vez que nos ven hay una ovación terrible. Nos dicen que somos las únicas que bailamos desde que empieza el corso hasta que termina. Cuando se siente la ovación, se nos vienen las mariposas", dice Luana mientras toma un mate con semitas con la radio de fondo y la barriada dando las puntadas finales en sus trajes.  

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