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Economía > Crisis industrial

Ropa usada a $1,2 el kilo: cómo la importación masiva sacude al sector textil argentino

Tras el fin de una prohibición de casi 30 años, Argentina importó más de 3.500 toneladas de ropa usada en 2025, principalmente desde Chile.

POR REDACCIÓN

Hace 3 horas
Durante tres décadas estuvo prohibido. FOTO: Gentileza

La importación de ropa usada ha experimentado un crecimiento sin precedentes en Argentina durante los últimos meses, creando un fenómeno comercial que está transformando el mercado textil nacional y generando preocupaciones tanto económicas como ambientales. Este boom importador, potenciado por circuitos logísticos eficientes, coincide con una pronunciada caída en las ventas de indumentaria nacional y ha encendido alarmas sobre el destino final de los residuos textiles.

Un corredor comercial inesperado

Los números revelan la magnitud del fenómeno: solo entre enero y octubre de 2025 ingresaron aproximadamente 3.521 toneladas de ropa usada, representando alrededor del 11% del total de importaciones de prendas de vestir. Octubre marcó un récord con 1.067 toneladas ingresadas, equivalente a cerca de 200 camiones cargados con prendas de segunda mano.

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El 90% de estas importaciones provienen de Chile, país que actualmente ocupa el cuarto lugar como importador mundial de ropa usada. El corredor logístico se ha consolidado principalmente a través de la aduana de Jujuy (84% del total), con destino final en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

Impacto en la industria local

La diferencia de precios es abismal: mientras la ropa usada ingresa con un valor promedio de 1,2 dólares por kilo, la indumentaria nueva importada tiene un costo de aproximadamente 18,4 dólares por kilo. Este diferencial ha generado preocupación entre los industriales locales, quienes denuncian competencia desleal y alertan sobre el impacto en el empleo nacional.

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"El ingreso masivo de ropa de descarte se traduce en un daño profundo para la industria y los comercios locales", señalaron representantes del sector. Recientemente, una de las textiles más reconocidas del país anunció el cierre de una línea de producción de ropa deportiva con 50 despidos, un hecho que los empresarios vinculan directamente con este fenómeno.

Comerciantes del Área Metropolitana de Buenos Aires reportan una merma visible en sus ventas, especialmente en segmentos que dependen de precios bajos para mantenerse competitivos.

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Cambio regulatorio: de la prohibición a la liberalización

Durante casi tres décadas, Argentina mantuvo una estricta prohibición sobre el comercio de ropa usada, normativa establecida originalmente en 1999 y prorrogada por última vez en 2017 mediante el Decreto 333. Esta regulación se fundamentaba en la protección de la salud pública, la seguridad y el medio ambiente.

Sin embargo, tras la expiración de estas restricciones en diciembre de 2022, no se establecieron nuevas barreras legales, creando un vacío regulatorio que facilitó la entrada masiva de prendas de segunda mano.

La cuestión ambiental: ¿el atacama argentino?

Uno de los aspectos más preocupantes señalado por especialistas es el impacto ambiental. La experiencia chilena sirve como advertencia: en el país trasandino, casi el 40% de la indumentaria usada importada termina descartada en el desierto de Atacama, donde prendas fabricadas con fibras sintéticas y productos químicos se han convertido en focos de contaminación.

"Las prendas ingresadas, muchas veces fabricadas con fibras sintéticas y productos químicos, agregan presión sobre nuestros sistemas de gestión de residuos urbanos", advierten referentes ambientales argentinos, quienes temen que se repita el escenario chileno si no se implementan medidas de regulación.

Contexto económico y social

El auge de la ropa usada se inserta en un contexto económico particular: años de crisis de poder adquisitivo, inflación elevada y dificultades estructurales para sostener la producción textil local han ampliado la brecha de precios entre la indumentaria nacional y las ofertas importadas.

Esta disparidad ha incentivado que sectores de bajos y medianos ingresos prefieran las prendas de segunda mano, impulsando el crecimiento de comercios informales, ferias barriales y mercados alternativos.

Desafíos de control y fiscalización

Desde el sector aduanero reconocen que los controles resultan insuficientes ante el aumento repentino del volumen importado. La trazabilidad de la mercadería, junto con el chequeo de condiciones sanitarias y la procedencia de los lotes, se ha convertido en uno de los desafíos más urgentes para los organismos de fiscalización.

Empresarios y sindicatos textiles han redoblado sus reclamos al Estado para la restitución de un esquema regulatorio que permita preservar empleos y limitar el avance de la ropa de descarte extranjera. Solicitan específicamente la reinstauración de medidas sanitarias y ambientales que en el pasado controlaron posibles riesgos asociados a la importación de indumentaria usada.

Futuro incierto

El desenlace regulatorio permanece abierto mientras diferentes actores -gobiernos provinciales, sindicatos textiles, agrupaciones ambientalistas y asociaciones de consumidores- intensifican sus demandas de transparencia y controles más estrictos.

Lo que está claro es que la importación de ropa usada en cifras inéditas marca un hito en la economía argentina, planteando un complejo dilema entre el acceso a prendas a bajo costo para la población y la protección de la industria nacional y el medio ambiente. Un equilibrio que deberá encontrarse en los próximos meses a través del debate y la acción regulatoria.

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