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Ariel, el chofer de San Juan que dio su última vuelta en colectivo
Por Angel Ligorria
Ariel Mereles, es un querido chofer de San Juan que dio su última vuelta tras 34 años de trayectoria arriba del transporte público de pasajeros. El colectivero de la empresa Albardón inició con su etapa de jubilado y en la tarde de este lunes 31 tuvo el último recorrido con la línea 440 (exlínea 18) antes de estacionar el ómnibus para despedirse de su carrera al volante.
Luego de que sus pasajeros viralizaron en las redes sociales el cartel que había preparado el propio colectivero para anunciar su despedida, DIARIO HUARPE acompañó a Ariel en su última vuelta. El colectivero vivió su último turno manejando con el corazón en la mano gracias a cada uno de los abrazos, apretones de manos y bocinazos que recibió de parte de sus pasajeros en su extenso recorrido por Albardón, San Martín, Santa Lucía, Capital, y su Angaco.
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En el trayecto abundaban los bocinazos donde los vecinos y pasajeros lo paraban al costado de las calles para despedirse afectuosamente de quien los trasladó en distintas etapas de la vida. “Gracias por acompañarme durante mi secundaria y la facultad”, le dijo una de las pasajeras previo a descender en el Parque Latinoamericano de Albardón.
“Hoy me largué a llorar cuando una nena de 10 años me dio una carta para despedirme. Todo el cariño que me han brindado en estos días es impagable. Son muchas historias vividas arriba del colectivo”, relató Ariel.
El colectivero se mostró afectuoso con cada uno de los pasajeros que le dejaban algún comentario por su jubilación, pero al hablar de los vecinos de su departamento, sus ojos celestes brillaban de emoción. “Yo a la gente de Angaco jamás las voy a dejar tirada”, afirmó.
Con esa misma emoción recordó una anécdota especial con la gente de Albardón, que en el pasado pidió a través de una nota que el hombre no fuera trasladado. “A mí me convenía trabajar en Angaco porque me había cambiado de casa y la gente de Las Lomitas que salía bien temprano presentó una nota para que me quede en el recorrido. Eso fue muy satisfactorio porque en la empresa me felicitaron”, expresó.
“Voy a extrañar todo esto, el compartir el día a día, los viajes y las charlas con los pasajeros. El levantarme temprano para trabajar. Nosotros no tenemos cumpleaños, sábados ni domingos, pero he tratado de ser lo más profesional posible. Ahora me voy a dedicar a disfrutar de mi familia y tendré que hacerles de comer”, reflexionó Ariel.
La elección de tomar el volante
Pese a que eligió el oficio por la imposibilidad de no poder estudiar psicología, en 1989, después de manejar un camión para una bodega, Ariel se subió por primera vez a un viejo colectivo de la empresa Albardón. Era el interno 3 y tras un tiempo pasó a Angaco, donde manejaba el interno 13. “Fui saltando de coches y viví muchos cambios”, comentó al recordar las viejas épocas donde debía cobrar y cortar boletos para después adaptarse al sistema Sube.
“En Angaco siempre hemos andado con coches llenos, y manejé asumiendo la responsabilidad de transportar a pasajeros que deben cumplir horarios. Ahora es otra cosa, ha cambiado mucho”, agregó el hombre de 56 años.
Despedida fraternal en Villa El Salvador
Ariel fue sorprendido en la villa cabecera de Angaco por su mujer Julieta y una de sus hijas. Allí, ambas subieron para abrazar y acompañar a Ariel en la última vuelta. En otro sector, también se sumaron los padres, algunos de sus compañeros de trabajo y los demás hijos que querían ser testigos del adiós al volante, mientras que los vecinos lo hicieron bajar para darle un abrazo conmovedor. Como el recorrido finalizaba en la Estación Córdoba, el resto de la familia y amistades se fueron subiendo en las demás paradas para luego volver a Angaco en una caravana emotiva junto al colectivero más querido.