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Provinciales > Triste despedida

Cierra Cyrano y la peatonal de San Juan despide a un clásico mientras llora a un histórico

Detrás de la última liquidación del local de ropa masculina está la historia de Pepe Sanz, un sanjuanino que apostó por la provincia más de una vez.

17 de julio de 2021

Pepe Sanz llegaba temprano todos los días a su local en la peatonal Tucumán en pleno centro y se iba a la noche. En el medio, otros personajes y habitantes del paseo céntrico lo saludaban y reconocían. Hace algunos años dejó de ir de traje, el que alguna vez fue su uniforme de cada día. Pero el viraje hacia un estilo más “sport” no le quitó la costumbre de llevar en los bolsillos algún poema para regalar. Esta rutina se repitió por 20 años, mientras atendía su local de ropa masculina, el clásico Cyrano.

Esta imagen quedó en el pasado y hoy San Juan despide una de sus tiendas clásicas, aunque para la familia Sanz el duelo empezó hace rato. El querido Pepe falleció en febrero pasado, a sus 79 años, tras haber trabajado toda su vida y apostado a la provincia y el rubro durante más de 5 décadas.

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Sandra Sanz, una de las dos hijas del empresario, contó que el principio del fin fue en marzo del 2020, cuando la pandemia obligó a su padre a cerrar las puertas de su negocio por primera vez en dos décadas. “Esto provocó mucha angustia en él, repercutió mucho en su salud y él fue decayendo día a día”, contó la mujer. Si bien Pepe la luchó durante meses, pero pisando sus 80 años el hombre falleció.

La familia siguió apostando por la tienda hasta el último día. Para el Día del Padre hicieron promociones especiales buscando recuperarse, pero no lo lograron.

Para la familia fue un golpe durísimo. “Era un hombre alegre, trabajador, pujante y bondadoso”, elige recordarlo la mujer. Durante meses le llegaron mensajes de apoyo y hasta su vecino céntrico, el Grillo Malbrán, le dedicó canciones. “Muchísima gente lo recuerda hasta hoy con mucho cariño”, contó.

En honor al esfuerzo que puso durante toda su vida a la venta de ropa, las dos hijas y la esposa de Pepe intentaron seguir adelante. Un nieto también intentó mantener con vida ese negocio que fue el sueño y la pasión del hombre. Pero la crisis, las dificultades para conseguir financiación y las deudas que se acumularon fueron mucho. El golpe final fue el confinamiento que decretaron por la segunda ola en mayo. Tras tantos meses de no ganar lo suficiente y habiendo recibido solo un REPRO, las cuentas no dieron para más y la familia decidió cerrar las puertas definitivamente.

En total 9 familias perdieron su fuente de ingresos por el cierre de Cyrano.

Ahora el esfuerzo se concentra en dejar las cuentas como solía tenerlas Pepe. “Durante 20 años nunca tuvo una deuda, después se armó una bola de nieve y él, que hacía un esfuerzo por volver y mejorar, no podía enfrentarse a la situación en la que había caído su negocio”, explicó Sandra. Murió sin poder volver a pisar ese lugar al que le tenía tanto cariño.  

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Con la liquidación los Sanz esperan cancelar estos compromisos. A los 8 trabajadores que estuvieron hasta el final, 7 de los cuales estaban desde la inauguración, les pagarán con dinero de sus propios bolsillos si es necesario, dijo Sandra.

La triste imagen del frente de vidrio y madera anuncia el cierre definitivo.

Cyrano, el sueño poético de Pepe que se convirtió en un clásico

José Sanz era un adolescente cuando empezó como cadete en tiendas nacionales de sastrería. Ese mundo de sacos y corbatas fue una constante en su vida hasta pocos meses antes de su muerte.  

Trabajó primero en Palacio Fénix y llegó a ser gerente nacional de otra tienda de renombre. Vivía en Buenos Aires con su familia, pero un día decidió que era tiempo de apostar por su provincia, volvió a San Juan y fundó su primer negocio también dedicado a la sastrería: Pietro.

Lamentablemente llegó la crisis de principios del 2.000 y se vio obligado a cerrar. Fue el primer golpe que sufrió el sanjuanino, pero no lo hizo perder las esperanzas. A pulmón y de cero, contó su hija, fundó Cyrano, inspirado en el personaje poético que, inseguro de su nariz gigante, usaba la poesía para conquistar a su amada. “Le encantaba Cyrano de Bergerac y le encantaba la poesía y la literatura. Por eso regalaba poemas, porque decía que a alguien siempre le venían bien”, explicó Sandra.

La liquidación la llevan adelante los familiares de Pepe y, a pesar de la tristeza, siguen apostando por la atención personalizada del hombre.

Para ese empezar de vuelta Pepe se tomaba un colectivo a Buenos Aires en la mañana con un bolso chico en la mano. De a poco conquistó a los choferes de larga distancia, que lo dejaban darse una ducha en la Terminal de Retiro antes de salir a comprar mercadería para volver esa misma noche a San Juan. Para volver a empezar no podía ocupar dinero del negocio en una noche de hotel.

Con los años el hombre fue mutando y acoplándose a las nuevas tendencias, incorporando la ropa casual en su tienda. Abrió dos locales más y la marca del poeta narigón se convirtió en un clásico. “La mayoría de los egresados sanjuaninos han usado un traje que le compraron a mi papá”, comenta con orgullo.  

Ahora la familia despide el local con una venta total de la mercadería que todavía queda en ese local con aspecto de tienda clásica. Es de los pocos que en lugar de MDF tiene estanterías de madera trabajada. Chico, pero aires de tienda de sastrería clásica.

Los esfuerzos por mantener el legado comercial se vieron frustrados por las incontables nuevas crisis, pero el recuerdo de Pepe permanece inalterable entre los que habitan la peatonal y su familia.

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