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Crecer siendo otro: Carlos Goya, el hijo recuperado de San Juan

Este 22 de octubre es el Día de la Identidad, acá la historia de Carlos Goya, el nieto 92 recuperado en 2008.

22 de octubre de 2020

Carlos Tejada mira el Lago Nahuel Huapi maravillado, es un paisaje sacado de un cuento. Es uno de tantos paisajes que se le van a quedar grabados porque durante su infancia y adolescencia tiene que mudarse constantemente por el trabajo de su papá, militar.

Vivió un año en San Juan, uno en Mendoza, seis en Santa Cruz y seis en Bariloche.

“Era bastante conflictivo, y bastante triste. Es difícil hablar de mi infancia”, afirma Carlos. Este ejercicio de memoria, recién empieza.

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Siente frio, el gas en la casa de Santa Cruz se congeló, eso significa que no habrá clases y que hay que calefaccionar con carbón. En ese lugar con olor a mar en verano nació Gustavo, su hermano de crianza.

Carlos tiene seis años en ese momento y sus hermanos de crianza, Gustavo y Silvinia, ocupan un espacio muy importante en su vida.

“Yo los amo un montón, ellos me acompañaron en este proceso”, cuenta.

A los 14 se instala definitivamente en San Juan.

“Era bastante indio, bastante peleado con el mundo podría decirte. Fui de esos que se mandó todas las que se podía mandar. Ir a la cancha a ver a Desamparados era lo que me importaba.”, rememora.

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Cuenta que tuvo vía libre, que hizo lo que quiso siempre cuidando a sus hermanos y si bien el tiempo pasaba y las diferencias se acentuaban, no cabía la duda en su vida cotidiana.

“Nunca sospeché, si era distinto a mis hermanos. Sobre todo el rechazo a la autoridad, pero había algo que no me permitía terminar de ser feliz”.

Te estamos buscando

Fue un 22 de mayo de 2008 cuando comenzó el proceso para recuperar su identidad. Ese día realizaron un allanamiento y le hicieron una prueba de ADN, cuenta que no lo sorprendió porque estaba enterado de la campaña de Abuelas y lo tomó como algo de rutina.

A la tarde del día siguiente sus apropiadores le contaron la verdad. Ni el salado mar de Rio Gallegos es tan profundo como el abismo que sintió.

“Quien creía que era mi familia no lo era, quien creía que era mi hermano que tanto amaba, tampoco. Ni mi nombre, ni mi fecha de cumpleaños.”

Esa noche parecía nunca terminar, fue un fantasma.

“No sentía nada, ni sonidos, ni olores. Había mucho silencio, era una soledad total. Lo único que quería en ese momento que por mis venas corriera la misma sangre que mis hermanos”, agrega.

Ese mismo año, el 29 de julio, el Juez Daniel Alijo desde Buenos Aires le informa que encontraron a familiares. Ese día parte junto con Silvina, hacia la sede de Abuelas.

“Durante mucho tiempo quise ser invisible, tenía miedo”

El 30 de julio Carlos comienza a ser Carlos Goya Aranda. Le dijeron que es hijo de Francisco Luis Goya y María Lourdes Martínez Aranda, y que Emilio y Juan Manuel, sus hermanos biológicos hijos de un primer matrimonio de Luis, lo estaban esperando en una habitación contigua. El 31 de julio, fecha de nacimiento real de Carlos, comió un asado con sus hermanos.

Cuenta que de su papá heredó el humor y su mamá la pasión por la lectura. Foto: Gonzalo Medina/DIARIO HUARPE

Armarse la historia

Abuelas tiene un archivo que sirve para que cada persona recuperada descubra algo de su historia. A Carlos le dieron una caja con cartas y entrevistas grabadas, cada uno de estos materiales fueron la manera en la que empezó a conocer a su familia biológica. También se sumaron los testimonios de su abuela que vivió en Chaco, sus hermanos y la familia de su madre en México.

Durante un tiempo Carlos quería seguir siendo Tejada Quinteros, quería seguir teniendo su fecha de apropiación.

“Venía de una crianza donde los derechos humanos eran un curro, pero me acuerdo que le dije a mi mujer, que en ese momento era mi novia, que las cosas iban a cambiar, que no era ese el momento, pero lo sentía”, dice.

En la actualidad, Carlos es director de Promoción y Protección de Derechos Humanos en San Juan. Sus tres hijos contemplan la cordillera como él lo hacía con el lago. La diferencia es que ellos saben quienes son su papá y su mamá, que su papá no siempre se llamó igual, que viajó mucho, que tiene una parte de familia en Chaco y otra en México, que sus padrinos son los hermanos de crianza de Carlos y que también hay tíos “biológicos”. El proceso todavía continúa.

Los padres de Carlos todavía están desaparecidos.

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