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Hablemos de SIDA

El 1 de diciembre es el día en que se conmemora el día de la Lucha Internacional contra el Sida. En nuestra provincia hubo avances significativos y se enfrentó el problema, pero evidenció que falta uno muy importante la cultura, en base a la educación.

San Juan se convirtió en la provincia que más avances ha tenido en materia de Salud en la República Argentina, habiendo elevado la vara del reclamo, porque bien sabemos en salud pública jamás se podrá llegar al reclamo cero, ni con un desacertado slogan como lo tuvo Mauricio Macri con la pobreza.

¿Cuánto falta? Muchísimo, y esa es la mirada introspectiva que deben tener los funcionarios del área, para, con ese diagnóstico, seguir trabajando con la misma fuerza.

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Recuerdo una entrevista que le pude realizar a Alejandra Venerando en el programa televisivo que conducía con mi querido Amigo Mauricio, y que le llamamos “Con Sabor Picante”; encontré en ella una mirada distinta, una perspectiva más de usuario que de médico. En la sobremesa analizó el problema de la salud a partir del paciente y no de la administración, y esto fue muy bueno cuando me dijo “Después con unos mates te cuento como pensamos minimizar estos problemas desde la gestión”.

Los mates nunca llegaron, pero la gestión me demostró que no estaba muy equivocada en su planteo. Las enseñanzas de liderazgo de gestión y sobre todo en situación de crisis, indican que lo primero que hay que hacer es el diagnóstico, pero fundamentalmente lo que se viene a partir de ahí, es el reconocimiento de esa realidad que es lo que muchos no hacen, (Kicillof con la pobreza, Cristina con la crisis energética, Macri con la inflación, etc.). Pues, Venerando la reconoció y se puso el overol de trabajo. Los resultados han sido muy positivos. Hoy otras provincias nos miran de soslayo, como aquel envidioso mira al que va creciendo.

De todo eso positivo, me detengo en el SIDA. San Juan posee una estructura especial y ha dedicado mucho tiempo al análisis científico de las estadísticas que son base principal de cualquier estrategia que pretenda ser exitosa. Esto le permitió que este año iniciara una campaña agresiva contra la detección de la enfermedad.

Leyeron bien: “DETECCION DE LA ENFERMEDAD”, es decir, que ya existe.

Hubo mucho de prevención y hasta en algunos casos polémicos.

El aumento de los casos detectados llegó casi al 10%, un avance muy importante teniendo en cuenta el comparativo con el incremento poblacional en riesgo. Es decir, que todo lo que se hizo que fue altamente positivo, pero no tuvo mejores resultados porque falta algo más importante, la cultura que se logra a través de la educación y los ejemplos.

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Aquí les pido que comencemos a mirarnos a la cara y hablemos bien en serio.

La edad en la que los chicos comienzan a tener relaciones sexuales es cada vez más temprana y en situaciones más promiscuas. La insatisfacción que los pibes tienen de la vida es cada vez mayor, porque el nivel de información que les llega es tan inmenso, que su universo personal queda muy pequeño y allí comienza su depresión.

La cantidad de niñas que quedan embarazadas a corta edad es cada vez mayor, y la insignificancia de los pibes, tanto de ellas como de ellos, es también mayor. No les importa el hecho de procrear ni menos aún de contagiarse alguna enfermedad.

Queridos amigos, el 10% de incremento en las estadísticas, significa un 10% más con posibilidades serias de morir. Ellos pueden ser nuestros nietos, nuestros hijos, los hijos de nuestros amigos, de nuestros vecinos, etc. Miremos así, cualquiera de ellos que puede morir en un rato, bien podría ser alguien muy cercano.

Entonces ¿vale la pena hablar y hacer algo? Pues, claro que si. Y aunque no lo fuera cercano también, pero me acuerdo que nuestro egocentrismo natural nos hace mirar la vida sólo con la luz baja encendida, y así nos va.

Debemos imponer la cultura del “cuidarse”, la cultura de la “responsabilidad de ser padres”, y eso se hace con educación en valores que nace desde los hogares, y en ciencia y técnica que vendrá de la mano de la escuela.

Basta de esconder la tierra debajo de la alfombra, salgamos a educar, salgamos los padres en nuestros hogares y permitamos que el Estado lo haga de manera responsable en las escuelas. Ese 10% que aumentó el año siguiente será un 15% y allí podrá estar cualquiera de nuestros hijos, si es que no lo está ahora y no lo sabemos.

Meses atrás hubo un gran debate por la enseñanza sexual en las escuelas, y sobre todo se dio ante la presentación de un escrito firmado por padres de la escuela María Auxiliadora y sobre el que oportunamente me referí y titulé “Perdón Papá” tratando de marcar el sentimiento de culpa que tienen los pibes antes diversas situaciones.

Allí fue mi primera reflexión. Ahora la segunda, y en ella le quiero hablar a Juan (nombre figurativo) que fue uno de los padres que firmó esta nota oponiéndose a la enseñanza sexual en las escuelas.

“Juan me enteré que tu hija quedó embarazada y que tu sobrino está muy grave porque tiene SIDA. Si la enseñanza en la escuela hubiera logrado que ninguna de las dos cosas ocurriera, ¿lo hubieras permitido’”

Si me respondiera que no, entonces Juan escondería a su hija debajo de la mesa y la enviaría vaya a saber adonde a parir y criar su hijo, o sacarla de la escuela porque sería una “vergüenza” y en vez de ayudar provocaría en la nena un sentimiento de culpa tan grande que luego lo puede trasladar a ese niño que nacido en la inocencia, podrá recibir el peso de la culpa del bienestar y del status perdido de la familia; tal como si el fuera culpable que su madre no tuviera un padre que le explicara y le hablara y que no tuvo un Estado educando y no supo cuidarse como acto responsable.

En este estado de mi escrito, mi molestia es tal que me permito terminar a la brevedad, porque si hay algo que aborrezco es la hipocresía y detrás de ella el mal que provoca.

Amigos, hablemos en serio, en ese 10% puede estar alguien a quien amamos, seamos responsables y dejemos de ser hipócritas y poner adelante nuestro status quo. Démosle a nuestros hijos la posibilidad de crecer en cultura sexual, para que sean responsables y evitar muertes y embarazos no deseados con los perjuicios que ello trae.

Seamos responsables no hipócritas.

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