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Provinciales > 12 años de matrimonio igualitario

“No hay peor ideología que enseñar a odiar”

Jorge Balleti, uno de los militantes más reconocidos por la lucha del matrimonio igualitario recordó los tiempos de lucha, a la vez que manifestó su preocupación por “la avanzada del conservadurismo".

15 de julio de 2022

“No hay peor ideología que enseñar a odiar”, sostuvo Jorge Balleti, uno de los militantes más reconocidos en San Juan por la lucha del matrimonio igualitario. A 12 años de aquel hito que cambió el panorama sociocultural respecto a la ideología de género, recordó los tiempos de lucha, a la vez que manifestó su preocupación por la “desmovilización de la población diversa”.

El 2010 será un año por siempre recordado para la comunidad LGBT. Precisamente aquel 15 de julio cuando el Congreso de la Nación aprobó la legalización del matrimonio igualitario. De ese modo, Argentina se convirtió en el primer país Latinamericano en otorgar la igualdad de derechos para uniones civiles entre personas del mismo sexo.

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Pero para eso, la población LGBT tuvo que atravesar momentos difíciles. El  país se dividió en una grieta a favor y en contra de la iniciativa y generó fuertes debates con una férrea oposición de la Iglesia.

Jorge Baletti - Docente y activista por los derechos LGBTIQ+ en La Glorieta

“Lo primero que viene a mi mente es que aquella coyuntura del 2010 nos congregó, y eso en sí mismo tiene un enorme significado sociopolítico. Quiero decir, estábamos dispersos, aparecíamos por ahí, nos conocíamos de cruzarnos, pero como nunca hasta ese momento, la población LGBT de San Juan experimentó el valor de ser convocada por una causa común. Doce años después de ese acontecimiento histórico, sigue siendo necesario estar unidos y profundizar el diálogo. Pero fue muy relevante, hasta en las verdulerías del barrio se opinaba a favor o en contra. Eso fue impresionante. Que yo recuerde, la del matrimonio igualitario, fue una de las leyes más debatidas socialmente”, reflexionó el activista y creador del espacio La Glorieta.

 

¿Hubo un cambio de paradigma con la aprobación de la ley?

  • Creo que más bien es al revés: fue el cambio de paradigma, que se había iniciado hacía décadas en nuestro país, lo que impulsó la lucha por la aprobación de la ley. El paradigma, la visión del mundo que habitamos con otros y otras, se va movilizando en una puja continua entre fuerzas progresivas y regresivas. En el 2010 el abrazo le ganó al puño, los puentes a las fronteras. Pero lo primero es la pregunta, el diálogo, la imaginación colectiva, y las leyes acompañan y dan forma. Pero nunca es al revés, y está bien que así sea. Estábamos preparados para esa ley, porque el cambio lo veníamos gestando desde hacía mucho tiempo atrás. Eso mismo, creo yo, debemos plantearnos para el futuro.

 

¿Qué cambió en la provincia a raíz de este hito?

Afortunadamente muchas personas pudieron conocernos más. Conocernos y reconocernos lo es todo cuando se trata de convivencia social. Cuando se ignoran las necesidades y los intereses de un grupo, es muy fácil refugiarse en las excusas, en las explicaciones tradicionales que se afirman en prejuicios. Y eso produce mucho dolor, mucho aislamiento. En aquel momento escuchamos hasta el cansancio el discurso de “vienen a destruir la familia”. Y lo cierto es que nada se destruyó, y creo que cada vez más gente se da cuenta de que no fue así, que, por el contrario, nuevas familias pudieron visibilizarse y otras conformarse, resguardas por los derechos que consagra la ley. Pero ninguna catástrofe tuvo lugar. Solo hubo más unión, más alegría, más amor.

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Pero llegar a conquistar ese derecho dejó marcas en la memoria y en el corazón. Jorge recordó que en la provincia la lucha comenzó con un pequeño grupo que aprovechaba el rojo del semáforo para visibilizar el reclamo en plena avenida Libertador y España. “No éramos más de 20 personas con nuestras banderitas multicolor y carteles. Cuando daba el rojo ocupábamos ese pequeño espacio para que nos vieran. Nuestra simple y desgarrada consigna era: ¡Igualdad, igualdad!, y la gritábamos hasta quedar sin voz”, contó.

“También recuerdo la mañana en que salimos desde el Rectorado de la UNSJ, precisamente cuando se estaba movilizando la gente que se oponía a la aprobación de la ley. Siempre dije que esa fue la real primera marcha del orgullo en San Juan. El sentimiento era de entusiasmo, pero también de exposición y hasta de miedo. No sabíamos bien con qué podíamos encontrarnos. Pero era el momento. Agradezco tanto la presencia de compañeros y compañeras heterosexuales, militantes de toda la vida, que estuvieron con nosotros en esos momentos, nos dieron coraje, ideas, nos enseñaron un montón. Ahí entendí que uno no puede ser simpatizante de una lucha justa sin apoyar las demás”, agregó. 

Multitudinaria Marcha del Orgullo en San Juan (noviembre 2021)

A raíz de esta movilización, los militantes comenzaron a ampliar la convocatoria a través de las redes sociales que pasaron a ser un factor fundamental. “Se convocaba a las personas de la diversidad en el parque para empezar a organizarnos. No lo dudamos un segundo, nos pusimos de acuerdo y fuimos al encuentro de nuestros pares. Esa fue una experiencia única, sentimos mucho poder, mucha alegría. Al día de hoy sigo teniendo amigos entrañables que vi por primera vez esa noche, mientras la policía nos dispersaba. Anécdotas muy lindas, como autos que tocaban bocina dando su apoyo, conocer compañeros y compañeras en mayor profundidad, sus historias, sus amores. Toda mi vida estuve involucrado en causas comunes, pero esos meses me marcaron definitivamente, empecé a reconocerme orgullosamente como un activista por los derechos humanos”, expresó.

Sin embargo, en su memoria también quedan las llagas de la discriminación que sufrió el colectivo por el reclamo que se cargaron en sus espaldas. “Hay anécdotas dolorosas. La que más recuerdo, la más dolorosa, es que el día que marchamos desde el Rectorado y unos nenes con uniforme de escuelas privadas nos gritaban cosas horrendas, como: “qué hacen acá p*tos de m*erda, váyanse a otro lado”, en plena plaza 25 de Mayo, a las 11 de la mañana. Ahora lo recuerdo y me invade de nuevo la tristeza. Poco tiempo después se puso de moda ofendernos hablando de “ideología de género”, pero si lo pienso un poco, creo que no hay peor ideología que aquella que enseña a odiar. Eran niños chicos, adolescentes apenas, y ya sabían cómo hacer doler, cómo humillar, y todo eso en nombre de las religiones que supuestamente se fundan en el amor al prójimo. Tristísimo. Esos niños y adolescentes hoy deben ser jóvenes adultos y me pregunto si ya han podido trascender el prejuicio o si siguen haciendo rodar la rueda del desprecio por lo distinto. Ojalá sea lo primero”, manifestó.

A más de una década de aquella conquista, Jorge cree que todavía queda mucho por hacer como sociedad para consolidar los derechos LGBT.  “Me preocupa la desmovilización de la población diversa (excepto las compañeras trans, a quienes debemos una lucha infinita y sin descanso). Me preocupa la despolitización paulatina que estamos viviendo, vaciando de contenido militante nuestras existencias. No da lo mismo un gobierno de un color político que de otro: es una realidad que los derechos humanos se han debatido y se han alcanzo en gobiernos justicialistas. Me preocupa, además, que quizás exista la idea de que los derechos conquistados no se pueden perder”, expresó.

También señaló que “la avanzada del conservadurismo en Argentina y en todo el mundo es tremenda y debe mantenernos en alerta. Los discursos de odio tienen muchísimo plafón en los medios de comunicación y en las redes sociales. Sin ningún rubor cada vez más personas salen a ventilar su desprecio abierto hacia los pobres, el feminismo, las personas sexodiversas, los pueblos originarios, los derechos humanos en general. Las distorsiones y el negacionismo sobre temas como la represión de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica y el Holocausto son una prueba de eso. La historia se mueve entre avances y retrocesos. Tenemos que seguir cuidando que no nos quiten los derechos que nos protegen o que queden en una simple expresión de deseo en una ley bien escrita. Tenemos que volver a convocarnos para garantizar su efectivo y total cumplimiento”.

Por último, el psicólogo y docente hizo hincapié en la urgente y plena implementación de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral. “Es vergonzoso que esa ley, que propicia un espacio de cuidado para disipar la ignorancia sobre temas tan centrales en el desarrollo humano, esté vigente desde el 2006 y en San Juan (casi 16 años después) todavía estemos largando. La UNSJ es la única que asegura una formación laica y actualizada en ese campo, tal como lo exige la ley, y de forma masiva. Pero eso recién está por desembarcar en las escuelas. Una generación entera pasó por las aulas de las instituciones primarias y secundarias sin que se vea respetado su derecho a esa información. Tremendo. Queda mucho por andar, pero también hay mucho por lo que celebrar”, concluyó.

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