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Opinión

Creencias y costumbres sanjuaninas: el arcoiris

Ese día había llovido, todavía unas cuantas nubes paseaban por el cielo. De pronto uno de los chicos, dijo. ¡Miren un arco iris! ¡Qué hermoso! ¿Será cierto que al final hay una olla llena de oro? Bueno dijo otro, Y donde termina, ¿será muy lejos? Nadie contesto porque nadie lo sabe.

Don Zenón que estaba escuchando a los chicos, con una sonrisa les dijo; Esta noche les voy a contar, donde empieza y termina el arco iris.

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Se encontraron esa noche, como siempre

en la casa de don Zenón, llevando pochoclos y galletas para invitar a todos.

Así fue que cada uno ocupó su lugar ansioso por escuchar. Tal vez alguno podría encontrar  la olla con el oro.

Don Zenón, luego de tomar su mate les dijo:

Al arco iris lo pintan las hadas son sus caminos de la tierra al cielo ida y vuelta. Cuando llegan las estaciones. Que son primavera, verano, otoño e invierno. El hada de la primavera prepara las flores, hablando con cada planta, de cada jardín. Para despertarla las abriga con un rayo de sol, regándolas con gotas de Rocío. Así una a una se van despertando, les recuerda sus nombres y colores. Entonces le dice, tú eres Margarita, eres blanca, pero tienes hermanas de otros colores. Tu eres Dalia y ustedes chicos eres Clavel, igual que el clavel y el geranio. Con su pincel mágico, le pinta a cada uno sus colores. Hojas, ramas y brotes.

¡Es mucho trabajo! Por eso los rayos de sol le ayudan alumbrando los colores blancos, azules, amarillos, verdes, rojos, marrones.

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Las otras hadas también tenían trabajo, las hadas del verano preparaban las semillas, y ponían madurar las frutas. Con más calorcito en cada lugar las peras, naranjas y mandarinas, les ponían amarillos. Las manzanas, ciruelas y frutilla rojas. Así todas las frutas se pintaban.

Cada nada hacia su caminito de la tierra al cielo y de cielo a la tierra, llevándolo de colores y de luz. Luego llegaba el hada del otoño, su trabajo era poner a dormir a las plantas.

Los árboles se pintaban marrón, de rojos y amarillos. Las hojas cerraban de a poquito sus ojos. Algunas muy dormidas se caían de sus ramas, otras se hacían cunitas, para las nuevas hojas que después nacería. El sol también se preparaba para descansar, guardado un poco sus rayos.

Llegaba el hada del invierno. Ella tenía abrigos de lana gorros y guantes de todos colores. Tenía puesto un poncho gris, formaba nubes con frío y lluvias. Cuando llegaban a las montañas, algo muy alto se ponía abrigos blancos

A veces cuando la sacudida llenaba la tierra de pelusitas blancas, a las que llamamos copos de nieve.

Así se forman los arcos iris de la tierra al cielo; con el caminito que forman las hadas. No hay ollas de oro, solo el camino que forman las hadas pintando las estaciones.

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