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Ramona Mercado, un canto a la vida entre las sierras de Usno

"Ramonita", una mujer vallista que a sus casi 95 años de vida, sigue contagiando ganas de vivir.

POR REDACCIÓN

04 de abril de 2021

Ramona Mercado nació el 6 de mayo de 1926 en el puesto Las Tunas, a 15 kilómetros tierra adentro del pueblo de Usno. Allí, en medio de las agrestes sierras vallistas, sin botones que apretar para simplificar la existencia, se crió y se curtió; aprendió a cultivar la tierra, a criar animales, a prender el fuego en las noches de frío y a entender que la vida no es fácil, pero que es lindo vivirla.

“Si volviera a nacer y me dan la oportunidad de elegir una vida, no la dudaría: volvería a elegir la que tuve y tengo, porque siempre fui y soy feliz”, asegura Ramona a DIARIO HUARPE.

Siempre ágil, siempre contenta, siempre con ganas de vivir.

Hoy Ramona vive en una casita rural ubicada en la falda de una de las sierras de Usno, rodeada de naturaleza y a casi 200 metros a la izquierda de la Ruta 510, camino a Ischigualasto. Justo ahí donde el pueblo termina y el algarrobo abuelo tiene sus raíces (ver más abajo Sobre el algarrobo).

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La casa, el patio de tierra y el abuelo algarrobo.

Sobre Ramona

Ramona toma un solo remedio para el corazón (hace unos años se le presentó una pequeña disfunción cardíaca) y cada tanto unas gotitas para los ojos.

Le encanta barrer el patio de tierra con la escoba de pichana, cultiva flores, algunas que otras hortalizas y cría gallinas para tener huevos caseros. 

Cuando se siente triste porque extraña a los que ya no están, sale a buscar leña y flores silvestres al campo. La leña, para el fuego del fogón o la cocina y las flores, para el florero que está a los pies del portaretratos con la foto de Roque, su esposo fallecido hace más de 20 años.

“Ramonita” (así le dicen los que la conocen en el pueblo) se casó a finales de la década del 40 con Roque Carrizo. Tuvo 9 hijos: Juana, la mayor (70 años), José, Horacio, Julio, Hugo, Víctor, Nilda, Carlos y Evelia, la menor (51 años). Quienes le sumaron a la familia 12 nietos y 8 bisnietos .

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"Sería muy ingrata si no fuese feliz y agradecida con tanta vida alrededor, ¿no?", dijo.

Recuerdos 

Evelia, la hija menor de la familia, que hoy es maestra en San Agustín de Valle Fértil, contó que Ramona aprendió a leer, a escribir y a sumar gracias a las hermanas de Saúl Quiroga, quienes eran las vecinas más cercanas al puesto donde vivía.

“Mamá siempre cuenta que como en esa casa habían muchos libros, con las chicas (las hermanas de Don Saúl) jugaban a las maestras; y en ese juego aprendió a leer, a escribir y a sumar”, contó Evelia.

Mientras Ramona fue niña, colaboró con sus padres en los quehaceres de la casa: ayudaba a barrer, mantenía la huerta, le daba de comer a los animales, entre otras labores de campo que se repartían con sus otros 4 hermanos.

Ya de adolescente, empezó a trabajar como ayudante de cocina en la casa de la finca de los Quiroga. Y fue ahí donde conoció a Roque Carrizo, quien en esa época se encargaba de cuidar los animales.

"Noviaron un tiempo, luego se casaron y ahí se vinieron a vivir a esta casa que era de los abuelos de mi papá", contó Evelia.

Ramona y Roque.

En la casa, Ramona hacía todo, porque Roque, al dejar de trabajar en la finca de los Quiroga, se hizo minero (en las minas de mica) y las jornadas de trabajo duraban hasta 20 días.

Ramona se encargaba desde la comida, los remiendos y la limpieza, hasta el cuidado de la huerta, los animales, de sus suegros y sus 9 hijos.

"La verdad que no sé cómo pudo con todo", dijo Evelia. "Fue enorme el sacrificio, el trabajo, pero siempre lo hizo con alegría y con ganas”, agrega.

Los 9 hijos junto a su madre Ramona.

Una vez al año (el 17 e agosto), la familia completa (hijos, nietos y bisnietos), se reúnen en la casa. Y como dice Evelia, "esos encuentros son sanadores". Es que recuerdan los momentos vividos, bailan, ríen y a veces, hasta lloran. 

“Lo que pasa es que nos reencontramos con nuestras raíces que deben ser como las raíces del algarrobo que está en la casa, y que es testigo de nuestra historia", dice Evelia.

Sobre el algarrobo 

El algarrobo es tan grande que se divisa desde lejos.

Dice Evelia que especialistas de todo el mundo han ido a ver el ejemplar. Han tomado muestras y fotos, y los estudios dicen que el algarrobo puede estar rondando los 400 años.

“Cuando mis bisabuelos se instalaron ahí, el algarrobo ya era viejo”, contó Evelia.

"Bajo esa sombra se han reunido los amigos y familiares de mis bisabuelos, de mis abuelos, de mis padres, de nosotros. Incluso debajo de ese algarrobo se hizo el casamiento de mi hermana", agregó Evelia.

Cómo es el día de Ramona

Lo primero que hace en las mañanas, incluso antes de desayunar, barre con la escoba de pichana el patio de tierra y a la par, va regando todas las plantas que tiene en macetas.

En plena tarea matutina con su escoba de pichana

Después de terminar estas tareas, se pone a tomar los primeros mates con yuyito de las sierras.

“Yo soy una vieja moderna", dice entre risas Ramona, "porque me levanto a las 9, 9 y media; y si hace frío, me quedo en la cama hasta las 10”,

A la hora del almuerzo, si está su hijo Julio, le ayuda en la cocina y si no, encara sola, total todas las recetas y los secretos culinarios están en su memoria.

Las manos de Ramona en la cocina son un condimento más de la comida.

Una vez que termina de almorzar, Ramona lava los platos, se recuesta unas horas en su cama para descansar las piernas, y a eso de las 17:30, 18, sale a caminar por el cauce del río seco que está a unos metros de la casa.

En esa caminata recoleta flores silvestres, leña y piedritas de colores, mientras silva o tararea alguna cueca, tonada, vals, ranchera o pasodoble.

“Me encanta Rafael Rossi”, dice Ramona.

(Escuchá Rafael Rossi). 

Al escuchar los valses, rancheras y pasodobles de Rossi, uno termina entendiendo de dónde viene la alegría, la energía y la esencia de Ramona.

“Para nosotros y para muchos que la conocen, mi mamá es un ejemplo de vida", dice Evelia. "Tiene tanta luz, tanta energía y es tan positiva que nos transporta y nos contagia sus ganas de vivir”.

Gracias por existir Ramona .

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