La higuera y sus retoños, testigos de la vida de Sarmiento

La Casa Natal de Sarmiento es el referente cultural, histórico y turístico por excelencia de San Juan y conserva un testimonio vivo: la higuera. El árbol que perdura en el tiempo, fue testigo de la historia y llegó a nuestros días transformándose en un pedazo de vida del prócer. La higuera es sin dudas, un símbolo inagotable que equivale a su inmortalidad.

Está ubicada en el patio principal de la construcción de estilo colonial, a cuya sombra tejía doña Paula mientras Sarmiento hilaba sus sueños para hacer grande a la nación. En el telar se formaba la trama y en la higuera las raíces y los frutos.

Se plantó en el centro de la casa una vez finalizada la construcción allá por el año 1801. Se eligió ese lugar como símbolo de equidad y de distribución de los espacios.

Para la familia era el “sol familiar”, sus rayos daban directamente sobre los vidrios de las habitaciones. En palabras del sanjuanino “era como un orgasmo vivo que tocaban las paredes cuando la época del fruto se anunciaba”.

Higuericidio 

Las hermanas de Sarmiento decidieron cortar la planta, esta decisión iba en contra de su madre y del propio Domingo. El “higuericidio” es relatado por Sarmiento en el libro Recuerdos de Provincia en una mezcla de ironía, tristeza y distancia temporal.

“La edad madura nos asocia a todos los objetos que nos rodean, el hogar doméstico se aviva y vivifica; un árbol que hemos visto nacer, crecer y llegar a la edad provecta, es un ser dotado de vida, que ha adquirido derecho a la existencia, que lee en nuestro corazón, que acusa de ingrato y dejaría un remordimiento en la conciencia, si lo hubiéramos sacrificado sin motivo legítimo. La sentencia de la vieja higuera fue discutida dos años: y cuando su defensor, cansado de la eterna lucha la abandona a su suerte, al aprestarse los preparativos para la ejecución, los sentimientos comprimidos en el corazón de mi madre, estallaban con nueva fuerza y se negaba obstinadamente a permitir la desaparición de aquel testigo y de aquella compañera de trabajo”, expresó Sarmiento en el libro antes mencionado.

Cada año, la higuera ofrece sus frutos, brevas e higos. Su frondoso follaje de regular tamaño cubre parte del patio de entrada. Todos los años recibe un tratamiento específico de sanidad, humedad y temperatura. A su vez, se realiza una desinfección atacando directamente las plagas. Todos estos cuidados están a cargo del INTA. 

Los retoños

El Museo, desde el año 1938 inicio un programa para entregar retoños. Estos son donados a escuelas, instituciones culturales, que se destinan hacia todas las partes del mundo. Según cálculos oficiales de la Casa Natal, por año se entregan entre siete a ocho retoños.

En el año 1964, se plantó uno en la Organización de Estados Americanos (OEA) con sede en Washintong, Estados Unidos.

Existen ejemplares en otras latitudes del mundo como: Pocuro en Chile o en Nerja España el mismo fue plantado en un parque que lleva el nombre del maestro de América. 

Cómo se solicita el retoño

La gestión para la obtención de un ejemplar es simple. Se realiza por medio de una nota de pedido formal dirigida a la autoridad principal del Museo. En ella se debe consignar: quien la solicita, cual es el motivo del pedido y a donde será plantado. La entrega se realiza entre los meses de junio hasta septiembre.

La entrega se basa en un traspaso de vástago, ya que son depositarios y custodios de una planta debidamente acondicionada que va acompañada de una placa de travertino, el certificado de autenticidad y un instructivo de recomendaciones para sus cuidados.

Este árbol,  ve crecer entre sus brotes la presencia inmortal del Maestro de América, convirtiéndolo en patrimonio intangible de la historia. A doscientos ocho años del natalicio de Domingo Faustino Sarmiento, su historia y legado siguen vigente en cada brote, en cada hoja de la majestuosa higuera y sus retoños esparcidos a lo largo del mundo.