Publicidad

Provinciales > hacedores de sueños

Juan y Jorge, el dúo que hizo realidad el camino que parecía imposible

Uno jachallero, el otro serrano. No se conocían, pero fue a ellos a quienes les encargaron crear de cero una ruta a la tierra más inaccesible de San Juan.

22 de agosto de 2022

El “camino de los sueños” le dicen al ingreso de las sierras de Chávez, Elizondo y Riveros. Para el que va de visita, parece referirse a que el lugar es soñado por los paisajes, la naturaleza y su gente. Para los que viven ahí es distinto: es el camino que pidieron durante décadas para estar conectados, para tener acceso y servicios y que, debido a las demoras, parecía que iba a quedar en eso, un sueño.

Hacer un ingreso a las sierras de Valle Fértil era, y todavía es, un desafío mayor: hay que abrirse camino a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, en un terreno virgen donde hay poco espacio plano entre quebradas que se superponen unas con otras. Hoy es una realidad en Chávez y Elizondo y está en proyecto para Riveros. Y este avance se dio gracias, en gran parte, al trabajo a la par entre técnicos y puesteros, que le pusieron el cuerpo a esta vía que hoy les cambia la vida.

Publicidad

Hoy el camino sirve tanto para camionetas y motos como para un traslado más fácil de los puesteros. Foto Gonzalo Medina - Diario Huarpe.

Esa unión tiene, en el tramo entre las Sierras de Chávez y las de Elizondo, a dos protagonistas. Juan Riveros y Jorge Martínez, el primero puestero y el segundo un jachallero, ya en parte serrano por adopción.

A Jorge era fácil identificarlo en el acto de inauguración del camino, que fue el jueves 18 de agosto. Usaba campera y chaleco de Vialidad Provincial y todos lo señalaban a él como uno de los actores principales. “El maquinista” le decían todos a este trabajador de la dependencia, que desde hace décadas viaja a distintos puntos de la provincia para trabajar en rutas.

Juan tenía también una campera roja, pero no es trabajador directo de la dirección, sino que fue un eslabón que tuvieron que sumar para que fuera posible hacer el trabajo. Para dar con él había que preguntar quién fue el puestero que trabajó hombro con hombro en el trazado, uno de los engranajes más importantes.

El hombre es uno de los camineros serranos, un oficio que existe sólo en las sierras o parajes similares. Su trabajo era, a cambio de un contrato que tiene hace más de 20 años con la municipalidad, mantener a fuerza de pala y anchada las huellas para animales por las que transitan los serranos.

Publicidad

“Era muy esforzado”, contó, “manteníamos los senderos cuando la lluvia o el tiempo se los llevaba”. Es que todo antes se hacía a lomo de animales, lo que significa que para moverse o hasta para tener una mesa o una cama, por ejemplo, había pocas opciones: moverla en piezas o fabricarla con lo que había. El viaje desde Elizondo a San Agustín de Valle Fértil, por Astica, demora ocho y nueve horas la ida con animales y más de 10 cuando volvían con la carga. Ahora el camino entero se puede hacer en tres horas en camioneta.

Para construir el camino nuevo, Juan tuvo que realizar tareas similares. Él, y otros de la zona en tramos anteriores antes, iban junto a la retroexcavadora que manejaba Jorge e indicaban por dónde convenía ir trazando la huella. Después ayuda a limpiar el camino que había quedado despejado por la maquinaria.

El desafío en la zona es poder trazar un camino en una zona donde hay pocos espacios planos. Foto Gonzalo Medina - Diario Huarpe.

Jorge, por su parte, se encontró con un tipo de trabajo muy distinto al acostumbrado: llegar y ver cómo y por dónde se podía pasar. “Uno puede marcar el terreno, pero al no haber voladuras después es subirse a la máquina y que todo cambie, ahí terminábamos de decidir”, explicó. Los planes, los cálculos milimétricos y los especialistas quedaban lejos y eran estos dos hombres los que debían, cada día, darle forma a la conexión por tierra.

Un equipo que se convirtió en familia

El trabajo se hacía todos los días del turno del maquinista, que se quedaba 10 días de corrido y después volvía una semana a su Jáchal natal. Como ir y volver en el día hasta San Agustín era imposible, Jorge se quedaba en la casa de Juan, un puesto cerca del punto más alto del camino, donde el serrano también se encarga de criar animales y hacer todas las tareas diarias que implica vivir el lugar.

Eso afianzó el vínculo entre el maquinista y la familia de Juan, que vive con su esposa, sus hijos, y hasta una nuera. “Es uno más ahora”, contó el local, que es el más dado de los dos para la cámara y los micrófonos, pero recién después de tomar confianza. Como todos los que viven en esa localidad apartada.

Los dos dicen que tuvieron que aprender a trabajar a la par, pero que se llevan bien. A Jorge nunca le había tocado abrir una ruta de cero, en medio de un lugar donde todo queda lejos: cualquier vecino está a más de una hora y no hay ni teléfono ni internet.

Ahora el equipo, que terminó 12 km de trazado, tendrá que separarse. El camino seguirá hasta conectar los puestos restantes, pero después avanzará hacia Riveros. Ahí Vialidad Provincial deberá hacer otra vez una alianza con algún caminero que pueda acompañar a Jorge u otro maquinista en la tarea diaria.

Juan se quedará atrás y será él, junto con otros puesteros, los que harán el mantenimiento de esa vía, a fuerza de herramientas manuales. El hombre dice que es más fácil, a pesar de que implica otra vez salir al sol, viento y frío a mantener limpio el espacio donde ahora pasan las camionetas.

Mientras sigue con su vida de puestero, pero, con el camino de los sueños convertido en una realidad, siempre habla de las ventajas nuevas. “Ahora es mucho mejor, puede comprar muebles, eso que no se puede traer acá en animales”, explica. “Ese puesto de salud”, dice y señala la nueva salita, otra novedad que trajo el camino, “no estaría lista ahora sin el camino”.

El camino que revolucionó las sierras vallistas

El primer tramo del camino de los sueños se inauguró en 2019, conectando Los Bretes con la escuela de las Sierras de Chávez. No se trata de un tramo único, sino que durante el avance Vialidad Provincial conecta también los puestos con la vía principal. Si bien en las sierras, recién en los últimos años, empezaron a aparecer las primeras motos y todo el mundo se mueve a pie o en animales, permite el ingreso de camionetas a casi todos los puestos.

La conexión por tierra del primer tramo ya cambió profundamente la vida de los que viven en esta zona. Abrieron los dos primeros negocios: una proveeduría y un hospedaje. Empezó la construcción de una línea eléctrica que llevará también internet y hasta se abrió un nuevo negocio en San Agustín: quienes se dedican a hacer viajes hasta la zona, tanto para llevar mercadería como los mismos serranos o turistas.

Desde San Agustín a Chávez hay 46 km, en los que están incluidos el tramo de la ruta y el camino minero a Los Bretes. Hasta Elizondo hay 12 km más y, calculan, a Riveros la distancia será también de 12 km. Gracias a la nueva infraestructura, el pasado jueves 18 inauguraron una sala sanitaria equipada y una planta potabilizadora de agua, la primera en toda la zona.

NOTAS RELACIONADAS
Publicidad
Más Leídas
Publicidad