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Salud y Bienestar > Salud

Cómo distinguir un paro cardíaco de un ataque cardíaco y reconocer sus riesgos

Conocer las diferencias entre paro y ataque cardíaco, sus señales y las acciones inmediatas puede salvar vidas, explican especialistas de Mayo Clinic.

POR REDACCIÓN

Hace 8 horas
Un ataque cardíaco se produce por un bloqueo que impide el flujo sanguíneo hacia el músculo cardíaco. Foto: Gentileza

El paro cardíaco repentino y el ataque cardíaco son dos emergencias médicas con causas y síntomas distintos, pero que requieren atención inmediata. El Dr. Brian Shapiro, especialista en Medicina Cardiovascular de Mayo Clinic Jacksonville, Florida, explica cómo reconocerlos y qué hacer ante cada situación.

El paro cardíaco ocurre cuando el corazón deja de latir de forma efectiva, generalmente provocado por una arritmia fatal que impide que la sangre llegue al cerebro y otros órganos vitales. Suele manifestarse con un colapso súbito y pérdida de conciencia durante actividades cotidianas o deportivas.

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En cambio, un ataque cardíaco se produce por un bloqueo que impide el flujo sanguíneo hacia el músculo cardíaco, generando dolor en el pecho y dificultad para respirar. En algunos casos, esta falta de oxígeno puede desencadenar un paro cardíaco repentino o arritmias peligrosas.

Las arritmias, como la fibrilación ventricular y la taquicardia ventricular, provocan latidos acelerados e ineficientes que impiden el bombeo adecuado de sangre. Ante un paro cardíaco, es fundamental llamar al 911, solicitar un desfibrilador externo automatizado (DEA) y realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) o compresiones torácicas si es seguro hacerlo.

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El DEA guía paso a paso al usuario, incluso si no es profesional de la salud, para aplicar una descarga eléctrica que restablezca el ritmo cardíaco normal. Esta intervención rápida puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

En cuanto a la población en riesgo, el paro cardíaco repentino es menos frecuente, pero varía según la edad y condiciones médicas. En menores de 35 años, es más común por miocardiopatías como la hipertrófica, que aumenta la probabilidad de arritmias en atletas jóvenes. El riesgo estimado es de 1 en 500.

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Después de los 35 años, la principal preocupación es la enfermedad de las arterias coronarias, asociada a factores como hipertensión, diabetes, tabaquismo y antecedentes familiares. Estos problemas pueden causar placas de colesterol que bloquean el flujo sanguíneo y provocan ataques cardíacos.

Un estilo de vida sedentario también incrementa el riesgo de paro cardíaco, aunque atletas de alto rendimiento son monitoreados cuidadosamente debido a la carga que ejercen sobre su corazón. La historia familiar es un dato clave para evaluar el riesgo durante el examen médico.

Durante la evaluación, los médicos buscan signos como soplos inusuales y realizan electrocardiogramas y radiografías de tórax para detectar posibles anomalías. Además, pruebas de esfuerzo cardiopulmonar permiten identificar irregularidades sutiles en la función cardíaca y pulmonar.

Es fundamental adaptar los planes de ejercicio a cada persona y atender síntomas preocupantes como dificultad para respirar con poca actividad, opresión en el pecho, mareos o desmayos, que requieren estudios adicionales.

El objetivo es que cada individuo pueda retomar actividades físicas y recreativas de forma segura, ya sea correr una carrera de 5 km o jugar con sus hijos, siempre bajo supervisión médica adecuada.

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