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Salud y Bienestar > Factores de riesgo

Comidas copiosas pueden desencadenar ataques cardíacos al igual que el estrés o ejercicio intenso

Expertos advierten que ingerir grandes cantidades de alimentos ricos en grasas y carbohidratos puede elevar la presión arterial y favorecer la formación de coágulos, aumentando el riesgo de infarto en personas con factores predisponentes.

POR REDACCIÓN

Hace 1 hora
El mecanismo detrás de este riesgo radica en la redistribución del flujo sanguíneo. Foto: Gentileza

Las comidas copiosas representan un peligro significativo para la salud cardiovascular, especialmente en individuos con enfermedades preexistentes. Según especialistas consultados, una ingesta excesiva puede desencadenar un ataque al corazón de manera similar a episodios de estrés intenso o ejercicio físico exigente.

El mecanismo detrás de este riesgo radica en la redistribución del flujo sanguíneo hacia el sistema digestivo tras consumir alimentos abundantes, particularmente aquellos altos en grasas saturadas y carbohidratos procesados. Este proceso provoca constricción en los vasos sanguíneos, aumento de la frecuencia cardíaca y elevación de la presión arterial, lo que reduce el flujo sanguíneo al corazón.

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El cardiólogo Steve Kopecky, profesor en la Mayo Clinic, explicó que “este aumento de la presión puede romper placas de colesterol en las arterias, generando coágulos”. Además, señaló que las comidas muy grasosas hacen que la sangre sea más propensa a coagularse, factores que se combinan para que “unas horas después, ocurra un ataque cardíaco”.

Un estudio presentado en el año 2000 por la American Heart Association reveló que una comida inusualmente pesada puede cuadruplicar el riesgo de infarto en las dos horas siguientes a su consumo, especialmente en personas con antecedentes de enfermedad cardíaca. Los participantes calificaron sus comidas como “pesadas”, lo que reafirma la relación entre exceso alimentario y riesgo cardiovascular.

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Además de la alimentación, un análisis de 17 estudios realizado en 2005 indicó que el estrés emocional y el esfuerzo físico intenso son desencadenantes habituales de ataques cardíacos. En hombres, los factores más reportados fueron el ejercicio intenso y la comida abundante, mientras que en mujeres predominó el estrés emocional.

Ameya Kulkarni, cardiólogo de Kaiser Permanente y presidente regional de la American Heart Association, aclaró que, aunque en personas jóvenes y sanas una comida copiosa rara vez cause un infarto, “en la población adecuada, ciertamente podría aumentar el riesgo”.

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Los factores que elevan la probabilidad de sufrir un infarto tras una comida abundante incluyen diabetes, colesterol alto, hipertensión, obesidad, dieta inadecuada, sedentarismo y tabaquismo. Kulkarni alertó que en estos casos la comida puede actuar como detonante, al igual que el estrés o el esfuerzo físico intenso, como palear nieve.

Reconocer los síntomas de un infarto es crucial para buscar atención médica inmediata. Entre los signos más comunes se encuentran dolor o molestia en el centro o lado izquierdo del pecho que persiste varios minutos, dolor en brazos, mandíbula o cuello, dificultad para respirar sin esfuerzo, debilidad, mareo, sudoración fría, náuseas y latidos irregulares.

Para minimizar riesgos durante celebraciones o comidas especiales, los expertos recomiendan moderar las porciones y optar por una alimentación equilibrada: la mitad del plato debe ser frutas y verduras, un cuarto proteínas y un cuarto almidones. También sugieren iniciar con ensaladas y elegir alimentos frescos, legumbres y batatas.

Comer despacio es fundamental, ya que el cerebro tarda hasta 20 minutos en registrar la sensación de saciedad, evitando así el exceso. Limitar el alcohol es importante, pues puede estimular el apetito y dificultar el autocontrol. Además, se aconseja detener la ingesta al sentirse satisfecho y evitar repetir platos.

Finalmente, Kopecky recomienda realizar una caminata después de la comida para ayudar a reducir triglicéridos, regular la presión arterial y disminuir la glucosa en sangre. Seguir estas pautas permite disfrutar de las comidas sin comprometer la salud del corazón.

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