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Darío Barassi reveló que tiene el TOC de que todo este impoluto
El carismático Darío Barassi no pudo disimular su agobio ante una presencia ínfima en el suelo del estudio, desvelando el desorden compulsivo que lo persigue día y noche.
POR REDACCIÓN
La reciente emisión de Ahora Caigo tomó un giro inesperado cuando su conductor, Darío Barassi, detuvo abruptamente la dinámica del juego para revelar, en medio de la incomodidad, el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) que lo afecta en su vida diaria y laboral. El desencadenante fue la aparición de una simple pelusa en el suelo del estudio, un detalle que para la mayoría pasaría inadvertido, pero que paralizó por completo al presentador.
La reacción de Barassi fue inmediata y genuina. Visiblemente perturbado por el pequeño copo rebelde, exclamó frente a todos: “Hay una pelusa en el piso… no se va. No sé qué hacer”, una queja que demostraba la intensidad de su malestar. A pesar de los esfuerzos por retomar el hilo del programa y seguir con las consignas, su mirada permanecía fija en el suelo, lo que lo obligó a pedir un elemento de limpieza para poder concentrarse.
Entre el humor y el fastidio, Barassi intentaba recuperar la conducción, soltando comentarios didácticos como “Así es: un alimento sin productos químicos artificiales” en un intento de reencauzar la situación. Incluso, en un arranque de su habitual histrionismo, llegó a halagarse a sí mismo: “Tengo muy lindas pestañas yo, ¿eh? Hegemónicas”, buscando volver a su personaje habitual, aun cuando su atención se desviaba una y otra vez hacia la molestia intrusa.
Cuando el equipo de producción intentó ayudarlo, el conductor estalló en frustración al percatarse de que la pelusa seguía allí, sin poder ser removida con éxito. Mientras improvisaba con una escoba, se lo escuchó estallar: “¿Y a dónde lo tiro a esto? Al vacío lo tiro”, generando un caos cómico en el set.
Finalmente, el episodio se cerró con una frase que resumió la lucha interna del presentador ante lo que para él es un obstáculo insuperable. Con la ironía que lo caracteriza, Barassi sentenció: “Ay, no puedo con la pelusa”, admitiendo sin tapujos el dominio de su obsesión.