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Criollitos argentinos: la receta tradicional cordobesa que conquista paladares
Los criollitos son un clásico de Córdoba, reconocidos por su sabor único y textura hojaldrada. Descubrí cómo preparar esta delicia que forma parte de las meriendas y desayunos cotidianos de cientos de argentinos.
POR REDACCIÓN
Los criollitos son un símbolo indiscutido de la gastronomía de Córdoba, presentes en desayunos y meriendas diarias, y se encuentran entre los productos de panadería más consumidos en la región. Este pequeño dulce de pan hojaldrado destaca por su sabor inconfundible que ha conquistado tanto a locales como a turistas.
La particularidad de los criollitos reside en su masa hojaldrada, que a diferencia de otras preparaciones similares, contiene menos azúcar y una cantidad habitual de sal cercana al 3%, aunque en algunas ocasiones se reduce por razones dietéticas. La grasa, fundamental para su textura, puede incorporarse fundida durante el amasado o añadirse ya derretida en la masa.
Argentina posee una gran variedad de recetas tradicionales, como las empanadas criollas, alfajores de maicena y la mazamorra, entre otras, y los criollitos forman parte de esta rica herencia culinaria.
El origen de los criollitos argentinos se remonta a la influencia italiana que llegó con la migración europea. No hay una historia precisa sobre su creación, pero se sabe que son una adaptación local de los "bizcochos", término que proviene del latín y significa "pan horneado dos veces". Según una leyenda, un panadero del interior argentino inventó esta receta para aprovechar restos de ingredientes, y al notar su sabor delicioso, comenzó a venderlos bajo el nombre de "criollitos", en honor a su familia.
Receta para 6 personas: 500 gr, de harina triple 000, 2 cucharaditas de sal fina, 8 gr de levadura instantánea, 150 gr de manteca o mantequilla, 1 vaso de agua tibia y mantequilla adicional para pincelar y dorar.
El proceso comienza mezclando la sal, mantequilla, levadura y harina en un bol amplio. Luego se incorpora el agua tibia poco a poco hasta obtener una masa homogénea sin grumos. Se forma un bollo que debe reposar durante 25 minutos envuelto en plástico film con un repasador encima.
Tras el reposo, la masa se estira sobre una superficie limpia y enharinada con un rodillo, dándole forma cuadrada o rectangular. Se pincela con mantequilla derretida, se dobla a la mitad y se vuelve a estirar. Este proceso de pincelar, doblar y estirar se repite seis veces, dejando reposar la masa 15 minutos entre cada vuelta, para lograr la textura hojaldrada característica.
Finalmente, la masa se estira suavemente, se corta en cuadraditos pequeños y se les hacen agujeritos con un tenedor para evitar que se inflen. Se pincelan nuevamente con mantequilla y se dejan reposar 15 minutos antes de hornear a 200º durante aproximadamente 30 minutos a fuego medio, dejando los criollitos separados entre sí.