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Economía > Producción nacional

Avalancha de importaciones y caída del consumo ponen al sector juguetero al borde antes de Navidad

La Cámara Argentina de la Industria del Juguete alerta sobre una crisis estructural que combina menor demanda, competencia desleal y sobreoferta, con fábricas y comercios al límite en la temporada navideña.

POR REDACCIÓN

Hace 3 horas
En el ámbito comercial, la situación se complicó con un aumento extraordinario de importaciones. Foto: Gentileza

La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) advirtió que el sector atraviesa uno de los momentos más críticos de las últimas décadas, debido a una combinación de factores demográficos, culturales y económicos que afectan la producción nacional, los importadores y el comercio minorista.

Matías Furió, presidente de la CAIJ, explicó que la expectativa para cerrar el año está puesta en revertir la caída en la actividad, que se reflejó en retrocesos significativos en meses previos: un 30% en noviembre, 10% en octubre y un 5% en el Día del Niño. Sin embargo, la venta de juguetes navideños mostró una leve recuperación en los últimos días.

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Uno de los principales desafíos para el sector es demográfico. Desde 2015, la tasa de fecundidad en Argentina descendió un 42%, pasando de 2,4 a 1,4 hijos por mujer, lo que ha reducido estructuralmente la población infantil y, con ella, la demanda potencial de juguetes.

Las proyecciones del Indec señalan que la población de 0 a 14 años, que era de 10.420.687 en 2022, caerá a 6.802.901 para 2040, una disminución del 35% en el mercado objetivo. Además, la creciente exposición a dispositivos digitales desde edades tempranas desplaza el interés por los juguetes tradicionales.

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En el ámbito comercial, la situación se complicó con un aumento extraordinario de importaciones. Entre enero y octubre de 2025, ingresaron al país 91,3 millones de dólares FOB y 17,5 millones de kilos en juguetes, lo que representa un incremento interanual del 59,5% en valor y del 94% en volumen. China concentra el 85,7% del valor y el 94,4% del volumen importado.

Furió calificó esta situación como una “avalancha sin precedentes”. El número de importadores creció de 199 a 530 en un año, y el volumen importado se duplicó de 9 a 17,5 millones de kilos, aun con una caída del consumo. Más de la mitad del volumen corresponde a productos de bajo costo, muchos declarados por debajo de su valor real, lo que genera una sobreoferta y distorsiona el mercado.

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El sector también enfrenta competencia desleal y contrabando, que representa el 30% del mercado. Se detectaron bazares que abastecen mercadería ilegal desde zonas fronterizas, afectando la recaudación fiscal y poniendo en riesgo la seguridad de los consumidores, ya que estos juguetes no cumplen con normas de calidad.

La CAIJ denunció la venta en plataformas electrónicas de productos que tienen alertas de retiro en Estados Unidos por contener metales pesados y sustancias prohibidas. La industria nacional, aunque competitiva en calidad y diseño, sufre por costos laborales y fiscales más altos y por deficiencias en infraestructura y logística.

El impacto de esta crisis se refleja en la paralización de la producción, con 6 de cada 10 máquinas paradas, y en el cierre de comercios históricos como Rossier en Escobar, Halago's en Quilmes y Lilián en Trelew. El ticket promedio de compra navideña ronda los $35.000, con una alta dependencia del financiamiento mediante tarjeta de crédito.

Para reactivar el consumo, la CAIJ promueve iniciativas como La Noche de las Jugueterías y la campaña de Reyes Magos 2025, invitando a las familias a elegir productos nacionales por su calidad y trazabilidad. Furió destacó: “elegir un juguete argentino es apostar a un producto seguro, accesible y que genera empleo en todo el país”.

El sector reclama medidas urgentes para proteger la producción nacional y garantizar una competencia justa. Entre las solicitudes se incluyen fortalecer controles en frontera, exigir marcado de conformidad en plataformas digitales, intensificar fiscalización y controlar importaciones subfacturadas.

Asimismo, se pide una reducción y simplificación tributaria, junto a mejoras en logística e infraestructura. Furió concluyó que la combinación de mercado saturado, falta de controles y productos de bajo valor está llevando a una capacidad ociosa extrema, poniendo en riesgo la continuidad de empresas de todos los tamaños: “Se generan precios por debajo de lo sostenible, se modifican los plazos de pago y se pone en riesgo la continuidad de empresas”.

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