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La cárcel de osos polares en Canadá: 30 días sin comida para proteger a humanos y animales

En Churchill, Manitoba, un programa innovador detiene temporalmente a osos polares que se acercan al pueblo para evitar conflictos, manteniéndolos sin alimento durante un mes y garantizando su retorno seguro a la naturaleza.

POR REDACCIÓN

Hace 5 horas
Los ciudadanos pueden reportar avistamientos de osos que representen un riesgo. Foto: Gentileza.

En la costa occidental de la Bahía de Hudson, en Manitoba, se ubica Churchill, conocido mundialmente como la “Capital Mundial del Oso Polar”. Cada año, cientos de estos majestuosos depredadores migran hacia esta zona, convirtiéndola en un lugar único para observarlos en su entorno natural.

Cuando el verano derrite el hielo marino, los osos polares quedan varados en tierra firme hasta que el hielo vuelva a formarse en noviembre. Para octubre, varios ya deambulan cerca del pueblo, lo que representa un desafío para la seguridad tanto de la población local como de los propios animales.

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Churchill ha sido pionera en desarrollar métodos que promueven una coexistencia segura entre humanos y osos polares. Según Polar Bears International, se trabaja para consolidar la primera comunidad segura para esta especie en el planeta, eliminando fuentes de alimento que atraen a los osos, educando a la población sobre comportamientos adecuados y manteniendo la mayor distancia posible entre ambos.

Una de las iniciativas clave es el Programa de Alerta de Osos Polares, una línea directa operativa las 24 horas durante todo el año. Los ciudadanos pueden reportar avistamientos de osos que representen un riesgo, y esos animales pueden ser trasladados a un centro especial conocido como la “cárcel de los osos polares”.

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Este centro, oficialmente llamado Polar Bear Facility, no es una prisión convencional, sino una instalación humanitaria para contener temporalmente a los osos que se acercan demasiado a la zona urbana. De acuerdo con National Geographic, los animales son capturados mediante trampas con carnada o sedados con dardos tranquilizantes si ya están dentro del pueblo.

Antes de aplicar estas medidas, los guardabosques intentan ahuyentar a los osos usando motocicletas, bengalas y disparos de advertencia para evitar enfrentamientos peligrosos para ambos.

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Dentro de la instalación, los osos permanecen hasta 30 días sin acceso a alimento pero con agua disponible. Esta práctica busca evitar que asocien a los humanos con comida, ya que, como explica National Geographic, “si un oso polar vincula la presencia del Homo sapiens con la obtención de comida, pierde su instinto de caza y se vuelve dependiente, y peligroso”.

El centro está construido como un hangar de bloques de hormigón con 28 celdas individuales reforzadas para impedir cualquier contacto visual entre los animales. La mayoría permanecen allí hasta que la bahía se congela, momento en que pueden regresar a su hábitat natural. La liberación se ha transformado en un evento esperado por la comunidad.

Brett Wlock, oficial de recursos naturales y director del Programa de Alerta de Osos Polares, explicó: “Lo que hicieron en primer lugar determinará cuánto tiempo permanecerán allí. Un oso que es una captura incidental no se quedará tanto tiempo como un oso con un historial de daños a la propiedad o riesgo para las personas”.

Al ser liberados, los osos sedados son colocados con cuidado en plataformas metálicas y asegurados en redes diseñadas para transporte aéreo. Luego, un helicóptero los traslada a zonas remotas, alejadas de asentamientos humanos.

El fotógrafo Gerardo del Villar, colaborador de National Geographic, compartió su experiencia en Churchill: “Cuidado, los osos pueden estar en cualquier parte”, fue la advertencia al bajar del avión, una frase que marcó toda su visita.

Sobre la liberación, Del Villar comentó: “Primero lo sacaron de la instalación en una plataforma metálica; el animal dormía profundamente por el sedante. Entre varios hombres lo cargaron con cuidado, como si sostuvieran un tesoro frágil, y lo colocaron en una gran red especialmente diseñada para estos traslados. Minutos más tarde, un helicóptero descendió y, en un movimiento preciso, enganchó la red.

Ver cómo el oso ascendía lentamente, suspendido en el aire, fue una de las imágenes más conmovedoras de mi vida: el depredador más temido del Ártico convertido en una sombra colgante, majestuoso y vulnerable al mismo tiempo”, concluyó.

En Churchill, la convivencia con los osos polares es un compromiso ambiental. Aunque el nombre de la instalación pueda sonar impactante, esta “cárcel” representa un esfuerzo para que estos gigantes árticos mantengan su libertad sin perder sus instintos naturales ni ver a los humanos como fuente de alimento o amenaza.

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