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Cultura y Espectáculos > Cine de luto

"La puta que vale la pena estar vivo": el origen del grito de Héctor Alterio que marcó a una generación

El actor, fallecido este sábado en Madrid, reveló en una entrevista cómo nació de manera casual la frase emblemática de Caballos Salvajes en 1995. Un grito que trascendió la pantalla y se convirtió en un símbolo de vitalidad para generaciones.

POR REDACCIÓN

Hace 3 horas
Adiós a Héctor Alterio, el actor que le gritó al país que valía la pena vivir. FOTO: Gentileza

La noticia de la muerte de Héctor Alterio este sábado 13 de diciembre en Madrid no solo enluta al cine argentino e hispanoamericano, sino que rescata del inconsciente colectivo una de las frases más icónicas y perdurables de la cinematografía nacional: "¡La puta que vale la pena estar vivo!". Un grito de corazón que, nacido en el film Caballos Salvajes (1995), trascendió la pantalla para encapsular el sentimiento de toda una generación frente a la adversidad.

El actor, legendaria figura marcada por el exilio y consagrada por filmes como La historia oficial y La Patagonia rebelde, encontró en este road movie dirigido por Marcelo Piñeyro un personaje que resonaría de manera singular: José, un viejo anarquista que, junto a un joven empleado bancario (Leonardo Sbaraglia) y una mujer solidaria (Cecilia Dopazo), huye por la Patagonia tras un asalto.

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El origen espontáneo de un ícono

En una entrevista con Radio Nacional, Alterio reveló el origen casual de la frase que definiría la película. Durante el rodaje, Piñeyro se encontró con la necesidad de cerrar una secuencia crucial: la de José, solo en un monte, tras una huida llena de tensión. El director llamó a la renombrada guionista Aída Bortnik en busca de inspiración.

"Le contó dónde estábamos filmando", recordaba Alterio. Tras escuchar la descripción del paisaje y la situación del personaje, Bortnik propuso la línea definitiva: "Decile a Héctor que su personaje diga 'la puta que vale la pena estar vivo'". Piñeyro la incorporó al instante y Alterio la pronunció "con todas mis ganas", sin imaginar la repercusión que tendría.

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Un fenómeno cultural inesperado

Lo que nació como una solución creativa de último momento se convirtió en un fenómeno social. La frase, gritada con rabia y alivio, conectó de inmediato con un país que en los años 90 enfrentaba profundas crisis económicas y sociales. Se transformó en un himno extraoficial de resistencia y celebración de la vida, a pesar de todo.

El propio Alterio expresaba su sorpresa y halago por la longevidad del impacto. "No me imaginé que iba a pegar así", confesaba entre risas, contando que, incluso décadas después, la gente se la gritaba en la calle, a veces suavizándola a un "la pucha que vale la pena estar vivo". Para el actor, esas reacciones eran la prueba del vínculo emocional que la película había logrado establecer.

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Más que una película: un reflejo de época

Caballos Salvajes es más que una road movie de aventuras. Es un retrato de la Argentina de los 90, donde la desesperanza y la búsqueda de redención chocaban con un paisaje vasto y desolador. La relación entre José y Pedro (Sbaraglia) simboliza el encuentro —y a veces el choque— entre generaciones, unidas por la injusticia y la necesidad de huir.

La música de Andrés Calamaro, los imponentes paisajes patagónicos y un guion de Piñeyro y Bortnik que mezclaba acción, drama y crítica social, completaron una obra que se instaló en el corazón del público.

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