Provinciales > Violencia en las aulas
Karina Navarro denunció la desprotección de los docentes frente a la violencia
La gremialista advirtió que los educadores carecen de herramientas para defenderse y que, en algunos casos, la presencia policial en las escuelas ha reemplazado la autoridad natural del docente.
POR REDACCIÓN
La violencia en las escuelas es un problema que va en aumento y que afecta profundamente a los docentes. Esta situación no surge dentro del aula, sino que es el reflejo de un malestar más grande en la sociedad. Según Karina Navarro, representante del gremio docente UDA en San Juan, la escuela funciona como un "lugar de contención" donde se ven todas las dificultades que existen fuera de ella.
Los tipos de violencia que enfrentan los maestros son variados. Incluyen agresiones entre los mismos estudiantes, pero también de alumnos y padres hacia los profesores. Este clima de hostilidad ha generado que algunos educadores sientan miedo al realizar su trabajo, como llamar la atención a un estudiante o poner una calificación baja, por temor a la reacción del alumno o de su familia.
Navarro confirmó esta realidad, explicando que los docentes a menudo se encuentran en una "situación súper compleja" porque no tienen "herramientas para defendernos". En algunos casos, el temor es tan grande que puede llevar a un profesor a aprobar a un alumno que no lo merece, solo para evitar un posible conflicto. Esto, según Navarro, perjudica la calidad de la educación.
Para intentar controlar la violencia, algunas escuelas han tenido que recurrir a medidas como poner policías o guardias de seguridad privada en sus puertas. Sin embargo, esta no es una solución de fondo. La representante sindical señaló que, en estos casos, el respeto nace del miedo a la autoridad policial y no de la figura del maestro, lo que muestra una ruptura grave en la relación educativa.
La raíz del problema es social. Factores como la pobreza, el hambre, la falta de trabajo y la tensión en los hogares crean un ambiente de frustración que los niños y jóvenes llevan consigo a la escuela. "El hambre es violencia", afirmó Navarro, y un estudiante que llega a clase con necesidades básicas insatisfechas difícilmente podrá concentrarse en aprender y, con frecuencia, descargará su enojo en el aula.
Frente a este escenario, los expertos señalan que es necesario un enfoque integral. Los docentes necesitan más formación y herramientas para manejar estos nuevos desafíos. Navarro destacó la utilidad de realizar talleres que incluyan a padres, maestros y psicólogos, con el objetivo de mejorar la convivencia. También es fundamental fortalecer los equipos de orientación escolar para abordar los problemas de fondo.
Para la representante, la solución no puede depender solo de la escuela. Se necesita un esfuerzo de toda la sociedad para reflexionar sobre por qué se perdió el respeto hacia la figura del maestro y cómo se pueden resolver las tensiones que afectan a las familias. Como bien lo expresa Karina Navarro, "el problema no es la escuela, el problema está afuera". Y es en ese "afuera" donde deben concentrarse los mayores esfuerzos para encontrar una solución verdadera.