Provinciales > Historias sanjuaninas
Mario, el sanjuanino que siguió con el legado familiar y atiende un almacén histórico de Ullum
Por Eliana Ruiz
Si alguien pregunta por un almacén histórico de Ullum, la respuesta no va a variar: el de los Serrano. Está en el departamento hace al menos 70 años, antes la atendían los padres y ahora lo hace uno de los cinco hijos junto a su esposa. El lugar es no sólo es histórico por el comercio, sino que antes hubo en esa misma esquina un boliche, una confitería, un salón de eventos infantiles y hasta un cine al aire libre. Su historia sale a la luz en este Día del Almacenero.
Quien lo atiende ahora es Mario Serrano, de 62 años, junto a su esposa Nancy Pereyra, de 63. Mario creció en el local y lo ayudó a su padre desde niño. Aún recuerda la primera vez que colaboró con su papá.
“Yo tenía ocho años y mi papá me dio una camioneta Ford por primera vez para que fuera a llevarle los pedidos a unos vecinos que estaba a unas dos cuadras. Fui en primera”, dice entre risas. Pero al llegar hasta allá no sabía doblar ni girar el vehículo, así que su vecino hizo esta maniobra y él pudo volver hasta su casa.
Antes el local estaba en la esquina y era un negocio de ramos generales. “La gente iba a buscar desde un alfiler hasta una bicicleta”, cuenta Mario.
En la herencia a cada uno de los cinco hermanos le tocó un rubro del comercio, a él la de mercadería y decidió continuar el legado familiar. Hubo años complicados, pero lograron mantenerse. “La época de Alfonsín fue muy difícil, casi nos manda abajo, pero seguimos adelante”, comenta Miguel.
Su esposa lo acompañó en la elección, a pesar de que tuvo que cambiar un poco su vida. Es que Nancy vivía en Trinidad, tenía toda su vida allá, incluidas sus amigas y sus familiares. Todo eso lo dejó para acompañar a su esposo con quien hace 36 años está casada. La mujer contó que el cambio le costó, incluso los primeros dos años fueron críticos, pero finalmente se adaptó y ahora no cambia por nada su estilo de vida alejado de la ciudad.
Ahora trabajan de lunes a viernes por la mañana y por la tarde y sólo por la mañana los sábados y domingos. A los vecinos los ven todos los días porque, según cuenta el matrimonio, viven el día a día. “Viene la gente y lleva lo justo, una papa, una cebolla, $50 de molida”, dice Mario.
A las personas de la zona las conocen de toda la vida, es más, el almacenero comenta que “todavía siguen las cuentas corrientes de hace años, antes estaban los padres y ahora están los hijos”.
“Los vecinos son como una familia, los vemos todos los días, uno sabe de sus problemas y ellos los nuestros, nos cuidamos entre todos, acá todavía queda esa tradición, en la ciudad no se ve mucho”, comenta el hombre sobre la vida en su trabajo.
Mario dice que además de almacenero es psicólogo porque siempre los clientes llegan y le cuentan sus problemas y lo que les pasó en el día. Él los escucha con tranquilidad y trata de aconsejarlos.
En el almacén venden mercadería, algunos elementos de mercería, carnicería y hace varios años le sumaron la quiniela. Hasta tiene un grupo de jubilados y pensionados que van todos los días en la mañana y en la tarde a compartir una gaseosa y a veces hasta un vino. “Nosotros somos la banda de Los Quinieleros”, dice entre risas uno de los seis hombres que conforma el grupo ese jueves por la mañana.
El matrimonio tuvo que adaptarse a las nuevas tecnologías y en el comercio sumaron un posnet para recibir crédito, débito y Mercado Pago. Aunque eso lo manejan con el celular de Nancy ya que Mario tiene un LG antiguo que se desplaza hacia arriba y sólo usa para llamar a los proveedores.
“En el almacén con los clientes soy feliz”, cierra Mario.