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País > En Argentina

Un niño de Río Negro lleva un nombre único que solo había sido registrado en 1937

Elegir un nombre para un hijo nunca es fácil, entre tradiciones, gustos y originalidad. En General Roca, Río Negro, una pareja rompió moldes y decidió inscribir a su hijo con un nombre que había aparecido por única vez en los registros argentinos en 1937. 

POR REDACCIÓN

Hace 4 horas
Además, el niño no tiene segundo nombre pero lleva doble apellido: Epifanio Lorca. (Foto gentileza)

El Registro Nacional de las Personas (Renaper) guarda un apartado especial en su base de datos: los nombres únicos, aquellos que solo se eligieron una vez en toda la historia de los registros civiles argentinos. Entre 1925 y 2015, unos 29.088 argentinos fueron anotados con nombres exclusivos, producto de la creatividad de sus padres, la diversidad cultural o, incluso, errores ortográficos.

En esa lista figuraba “Toto”, registrado en 1937 en Misiones y sin repetirse durante más de ocho décadas. La historia cambió en 2022, cuando nació en General Roca, Río Negro, Toto Epifanio Lorca, hijo de Luciana Lorca y Ezequiel Epifanio. La decisión fue parte de un pacto: ella elegiría el nombre si era niña, él si era varón. Tras idas y vueltas, el apodo cariñoso que iba a acompañar a “Homero” terminó imponiéndose como nombre definitivo.

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En el Registro Civil, la empleada intentó disuadirlos: les sugirió un segundo nombre “por si el chico no estaba de acuerdo al crecer”. Pero los padres se mantuvieron firmes: “No, es Toto”. Así quedó inscripto y se convirtió en el segundo en la historia argentina con ese nombre, aunque el primero ya había fallecido.

Hoy, Toto tiene tres años y medio, va al jardín y divide sus días entre la casa de mamá y la de papá, que están separados. Sus padres lo describen como inquieto, simpático y travieso. Es hincha de Boca y del club Deportivo Roca, y sorprende a todos cantando con orgullo la marcha peronista, incluso en lugares insólitos como un aeropuerto.

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El nombre “Toto” tiene raíces diversas: en Italia se usa como diminutivo de Antonio o Salvatore, mientras que en algunas lenguas africanas y polinesias significa “niño” o “pequeño”. Según distintas tradiciones, se lo vincula con fuerza, protección y liderazgo, lo que le otorga un simbolismo particular.

En cuanto al marco legal, la Ley de Nombre de las Personas y el Código Civil y Comercial permiten hasta tres prenombres, pero prohíben los extravagantes, ridículos o que puedan inducir a confusión. “Toto” pasó la prueba: no es ofensivo ni extravagante, y cumple con los requisitos. Así, lo que empezó como un apodo se transformó en un nombre singular, que volvió a los registros civiles argentinos después de 85 años.

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