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La herrería de Don Balderramo: Un altar de historias

El sólo ingresar nos transporta a los primeros años del siglo XX, cuando Jáchal se encontraba en pleno apogeo económico. Hoy el lugar se encuentra intacto y abierto al público para contar cientos de historias del pasado.

POR REDACCIÓN

07 de febrero de 2019

Este es otro de esos lugares místicos que hacen pensar que Jáchal es un túnel del tiempo. A pocas cuadras de la plaza principal, se encuentra la Herrería de Don Balderramo, “integrante del eco museo que es Jáchal, donde la historia se mantiene viva y en uso, al alcance de todos”, explica Jorge Balderramo. Él es hijo de José, quien fundó este mágico lugar allá por el año 1915, cuando tenía apenas 18 años.

La historia es larga, pero podría resumirse de la siguiente manera: En los primeros años del siglo XX, José trabajaba como “marucho” (niño que integraba la tropa de arrieros y se encargaba del cuidado de animales y trabajos complementarios).

Una complicación física a raíz del constante galopar de los animales que montaba lo imposibilitó de continuar con su labor aunque, lo que había aprendido sobre carros y el arreglo de los vehículos de la época le bastó para animarse a emprender su propio destino.

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Fue así como, ya casado y con sólo 18 años, se inició como herrero en Jáchal. Una gran fragua y algunas herramientas lo acompañaron en su nuevo oficio, el cual comenzó a obtener rápidamente frutos, al igual que su matrimonio.

La familia Balderramo comenzó a crecer, al igual que los negocios. José llegó a tener 10 hijos y la herrería se transformó en la más importante de Jáchal, algo que no es menor si se considera que transcurrían los “años dorados” de ese departamento.

Jorge, es el más pequeño de esos jóvenes que trabajaron el hierro junto a su padre y uno de los que guardan hermosos recuerdos de ese “altar de la ternura” como él mismo la llama. “La herrería comenzó a trabajar en el mantenimiento de las herramientas de labranza y luego dio un salto y llegó hasta a construir íntegramente los transportes pesados del momento”, relata el hombre.

“Esta herrería nos dio muchísimas satisfacciones porque acompañó la economía del pueblo, su historia. Era el centro de importantes reuniones políticas, sociales y deportivas de la época. Todos en Jáchal pasaban de una u otra forma por aquí”, explica orgulloso Jorge. Justamente él fue uno de los encargados de devolverle la vida al lugar, que permanece intacto desde ese día en el que su padre no pudo trabajar más sus herramientas.

Hoy todo se encuentra casi intacto e invita al visitante a imaginar esas jornadas de ardua labor, en la que todos los hermanos Balderramo, bajo la dirección de José, trabajaban de sol a sol el hierro, forjando el camino que guiaba su esperanza de crecer.

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Se trata de un sitio que habla de la historia del pueblo, de valores familiares, de deseos. Sin duda alguna, vale la pena visitarlo de la mano de Jorge, quien a través de sus palabras llega a emocionar con el relato de esos tiempos, en los que de niño recorría el lugar, aprovechando la siesta para convertirse en el rey de la herrería de su papá.

“Es el altar de la ternura, conservo en la memoria y ojalá lo haga hasta el último día de mi existencia, el paisaje de la ternura al alcance de la mano: me queda el recuerdo del amor, del brazo tendido, el cariño en todo instante y la esperanza. Cultivando la esperanza fue creciendo todo esto, como un río de deseos, de ganas”, reflexiona Jorge Balderramo, poniendo en palabras todo lo que su pecho siente al mirar la herrería de Don José, convertida en un museo.

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