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Política > opinión

Una democracia sin justicia social

Desde la última dictadura militar el país ha decrecido constantemente hasta llegar a cifras de pobreza y desempleo que eran inimaginables.

13 de abril de 2023
En las últimas décadas, se incrementó el número de personas que viven en la calle. Foto: gentileza.

Argentina atraviesa un momento económico difícil con casi el 40% de su población en la pobreza y una inflación interanual del 102,5%. El país caracterizado por su vasta clase media, una industria en auge y una sociedad integrada quedó atrás. La decadencia arrancó con la última dictadura militar y durante la democracia se profundizó la desintegración social. Es el fracaso de la diregencia política nacional.

Nuestro país no es pobre, sino que está empobrecido y ese deterioro tiene como responsable al conjunto de la dirigencia política gobernante actual y antecesora. La caída es brutal. En este sentido, a principio de los años 70 Argentina tenía menos de un 5% de su población en la pobreza, de acuerdo a la investigación “La distribución del ingreso en Argentina 1974-2000” de  Oscar Altimir, Martín González Rozada y  Luis Beccaria. Ese ese número se elevó abruptamente y en la actualidad llegó a casi el 40%, según el Indec. Por otra parte, la desocupación era del 3%  siendo una sociedad con pleno empleo, mientras que en la actualidad las últimas cifras oficiales muestran que el 6,3% de la población no cuenta con una fuente de  trabajo.

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El ferrocarril generaba miles de puestos de trabajo. Foto: gentileza.

“El deterioro social fue grave: antes del golpe militar del 76, el 90% de los trabajadores tenían cubiertos sus derechos sociales, había un 3% de desocupación y un 7% de pobreza”, decía la socióloga y ex diputada nacional Alcira Argumedo en una entrevista a Télam.

Este decaimiento de la calidad de vida de los argentinos vino de la mano de la entrega y desarme del aparato industrial y del Estado, llevado a cabo en la última dictadura militar y los 90 con las políticas neoliberales. Las privatizaciones, la supresión del servicio ferroviario, la desindustrialización producto de la apertura a las importaciones y el cierre de grandes establecimientos industriales provocaron una catástrofe social que aún no se logra resolver. Las villas crecieron y los índices de pobreza también a un ritmo que nunca hubiesen imaginado aquellos inmigrantes, que vinieron a construir un futuro próspero al país.

Cabe destacar que Argentina exportaba locomotoras, fabricaba vagones y había una industria automotriz pujante con la famosa IAME, donde se destaca el Rastrojero como estrella de esa época con una producción de más de 12.000 unidades en 1975. “Dominaba cómodamente el mercado de pick ups diesel con el 78% de participación”, de acuerdo a datos del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.

La fábrica de aviones era una de las más importantes del hemisferio sur. Foto: gentileza.

La fábrica de aviones en Córdoba era un verdadero polo científico y aeronáutico. En este establecimiento se fabricó uno de los primeros aviones a propulsión en el mundo, el avión Pulqui I.  Ni hablar de las Fábricas Militares que en su momento de esplendor contaban con 14 industrias y ahora tan solo con cinco.

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La red ferroviaria tenía una extensión que superaba los 47.000 kilómetros y le daba trabajo a miles de personas en los centros urbanos y los pueblos del interior. Argentina fue una de las pocas naciones en cerrar ese medio de transporte en nombre de la modernidad y las famosas pérdidas que supuestamente generaban desde lo económico, aunque nunca se resaltaban los beneficios sociales de su mantenimiento. Hoy queda poco de ese entramado productivo que supo generar condiciones de equidad.

Por otra parte, la deuda externa no representaba un número elevado antes del 76, pero la dictadura la multiplicó abruptamente llevándola de 7800 millones a 45 mil millones de dólares, de acuerdo a numerosas investigaciones.  La democracia no revirtió esa situación y, contrariamente, el flagelo se agravó.  El último informe del Ministerio de Economía de la Nación señaló que deuda pública trepó a unos 382.281 millones de dólares, un 35,5% son acreedores privados y un 8,6% organismos multilaterales y bilaterales.  Sin dudas, el endeudamiento es otro de los factores que originaron la crisis y la precarización que vive el país.

Nuestra democracia tiene una enorme deuda: la justicia social.  No se puede admitir un sistema democrático con gran parte de la población en la pobreza y sin trabajo.  El pueblo quiere volver a creer en un país mejor. La conducción política tiene el desafío de enamorar a la ciudadanía para que vuelva a votar con esperanza. Si pudimos, podemos ¿Querrán trascender o irán por el carguito?

 

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