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Una vida entre hornos y ollas: una sanjuanina contó por qué la comida local es especial
En el Día del Cocinero, que se celebra cada 1° de septiembre, una sanjuanina compartió su experiencia y reflexionó sobre el valor de los sabores locales. Entre la tradición, la memoria familiar y la identidad de una provincia marcada por el sol y la tierra fértil, aseguró que la gastronomía es mucho más que un plato servido: “Es un pedacito de nuestra historia”.
POR REDACCIÓN
El calendario marca el 1° de septiembre como el Día del Cocinero, y en San Juan esa fecha encuentra un eco particular en quienes han hecho de los sabores locales un modo de vida. Entre hornos de barro, parrillas encendidas y ollas de hierro, generaciones enteras han transmitido una forma de entender la comida que es inseparable de la identidad provincial.
María del Carmen Díaz tiene 63 años y es oriunda de 9 de Julio, donde trabajó toda su vida como cocinera vendiendo comidas a trabajadores y vecinos de la zona. Desde que era adolescente aprendió el oficio entre los fogones familiares y nunca más se alejó de ellos. “Mi mamá me enseñó a amasar antes que a escribir”, recordó en diálogo con DIARIO HUARPE. “En mi casa la cocina siempre fue el centro, no importaba si había poco o mucho, lo importante era compartir. Esa enseñanza me marcó para siempre”, sumó.
Con más de seis décadas entre aromas y sabores, asegura que la gastronomía sanjuanina tiene un sello que no se encuentra en otro lado. “El secreto está en los productos de nuestra tierra. El tomate sanjuanino, la uva, la aceituna, el membrillo… tienen un sabor distinto porque crecen bajo este sol fuerte y en un suelo generoso”, explicó. “Vos podés hacer una salsa en cualquier lugar del país, pero acá el gusto es más profundo, más natural”, añadió.
Entre todos los platos que prepara, reconoce que el tomaticán es su especialidad. “Es el plato que mejor me sale y el que siempre me piden en las fiestas familiares”, dijo con orgullo. Contó que primero sofríe cebolla y ajo hasta que toman color, luego suma zapallo, papa y choclo cortados en cubos pequeños, mezclando todo con tomates frescos picados. “Se deja cocinar a fuego lento, agregando sal, pimienta y un poquito de ají si querés darle un toque más picante”, remarcó. Para finalizar, agrega huevos batidos que se integran lentamente al guiso, creando una textura suave y jugosa. “Cuando lo prueban todos dicen que huele y sabe a San Juan”, aseguró.
Los platos típicos de la región, como la carbonada, las empanadas fritas o la humita en chala, forman parte de un patrimonio vivo que se renueva cada día. “Yo siempre digo que la cocina sanjuanina tiene alma”, afirmó Díaz. “Cuando preparo una empanada, no pienso solo en la receta: pienso en mi abuela, que me decía que había que sellarla bien porque en ese repulgue estaba el cariño. Eso no lo encontrás en un libro, lo aprendés en la mesa familiar”, destacó.
A lo largo de su carrera, trabajó en comedores escolares y hasta en fiestas populares de su departamento. En cada espacio notó que la comida actúa como un puente entre las personas. “He visto cómo un plato sencillo de locro une a la gente en una peña. La cocina es memoria y encuentro. Uno no se acuerda solo de lo que comió, sino de con quién lo compartió”, sostuvo con emoción.
La influencia del vino sanjuanino también aparece en su relato, no solo como bebida, sino como ingrediente esencial. “Un buen chivito al horno con un toque de vino es otra cosa”, sentenció. “Acá aprendimos a usar el vino en la cocina, y eso le da una personalidad distinta a nuestros platos”, agregó.
Más allá de la tradición, reconoce que los tiempos cambiaron y que hoy los jóvenes buscan innovar. “Me encanta ver que la nueva generación de cocineros no se queda quieta. Ellos reinventan nuestras recetas con presentaciones modernas o con fusiones, pero siempre respetando la raíz. Eso es lo que nos da identidad”, aseguró.
El Día del Cocinero la encuentra reflexionando sobre una vida dedicada a este oficio, con orgullo y sin nostalgias. “No me arrepiento de nada. Cocinar es mi manera de dar amor, de sostener a los míos y de compartir lo que somos como sanjuaninos. La cocina no es solo trabajo, es un pedacito de nuestra historia servido en la mesa”.