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Cómo elegir el yogur ideal para potenciar la salud intestinal con probióticos efectivos
Conocer las cepas probióticas y la frecuencia de consumo es clave para aprovechar los beneficios del yogur en la microbiota y la digestión.
POR REDACCIÓN
El yogur se ha convertido en un alimento fundamental dentro de las recomendaciones nutricionales, especialmente por su impacto positivo en la salud intestinal. Expertos en nutrición coinciden en que su consumo regular ayuda a equilibrar la microbiota y favorece el correcto funcionamiento del sistema digestivo.
La clave para maximizar estos beneficios radica en seleccionar variedades que contengan probióticos específicos y mantener una ingesta frecuente. Estos microorganismos beneficiosos, presentes en el yogur gracias al proceso de fermentación, contribuyen a mantener el balance entre bacterias buenas y malas en el intestino.
Investigaciones de la Universidad de Harvard y la European Association for the Study of Diabetes han asociado el consumo de yogur con menores índices de obesidad, reducción del riesgo de diabetes tipo 2 y mejor digestión. Esto se debe a que los probióticos compiten con microbios dañinos, favoreciendo un entorno intestinal saludable.
Val Warner, nutricionista certificada, señala que “estos cultivos vivos ayudan a mantener la salud intestinal al competir con los microbios menos beneficiosos y al contribuir a un entorno microbiano equilibrado”.
Sobre el momento ideal para consumir yogur, los especialistas aseguran que no existe una hora específica que potencie sus efectos. Raksha Shah, nutricionista en Wisebite Nutrition, afirma: “El yogur es un alimento flexible y nutritivo que puedes disfrutar a cualquier hora del día”. Lo que realmente influye es la frecuencia con la que se consume, ya que los probióticos se mantienen activos gracias a la protección de la matriz láctea frente a las condiciones ácidas del estómago.
La nutricionista Karolin Saweres destaca que el consumo diario dentro de una dieta equilibrada es esencial para mantener una microbiota intestinal enriquecida con bacterias beneficiosas. Algunas cepas probióticas como S. thermophilus y B. lactis pueden colonizar temporalmente el intestino, pero requieren una ingesta constante para sostener sus beneficios.
Al elegir un yogur, es importante verificar etiquetas que certifiquen la presencia de “Cultivos Vivos y Activos”, sello otorgado por la Asociación Internacional de Alimentos Lácteos que garantiza al menos 100 millones de bacterias por gramo en el producto.
No todos los yogures ofrecen el mismo aporte. Las cepas bacterianas utilizadas en la fermentación marcan la diferencia: mientras que cultivos básicos incluyen Lactobacillus, Streptococcus, Lactococcus y Leuconostoc, algunas marcas incorporan cepas específicas como Bifidobacterium lactis, Bifidobacterium longum y Lactobacillus acidophilus, que mejoran la digestión de la lactosa o alivian el estreñimiento, siendo ideales para quienes presentan intolerancias o problemas digestivos.
Para potenciar la acción de los probióticos, se recomienda combinar el yogur con alimentos ricos en prebióticos, como bayas, plátanos, avena, linaza y germen de trigo. Estas fibras no digeribles alimentan a las bacterias intestinales beneficiosas y favorecen la producción de ácidos grasos de cadena corta, que nutren las células del colon.
Warner aclara que “tomar yogur a diario solo contribuye en parte a una mejor salud intestinal”, por lo que sumar alimentos prebióticos es fundamental para nutrir adecuadamente a la microbiota.
Entre las recomendaciones prácticas, los nutricionistas aconsejan optar por yogures con mínima cantidad de azúcar añadida, preferir el yogur griego colado por su mayor concentración proteica y probiótica, y buscar productos enriquecidos con fibras prebióticas como inulina o FOS.
Shah enfatiza: “Revise la etiqueta para ver si contiene ‘cultivos vivos y activos’ y, si puede, elija yogures que indiquen cepas específicas como Lactobacillus acidophilus, Bifidobacterium lactis o Lactobacillus casei”.
Incorporar el yogur en la rutina diaria es sencillo y adaptable a diversos estilos de vida. Mantener la constancia, elegir productos de calidad y combinarlos con alimentos que favorezcan la diversidad microbiana son las claves para cuidar la salud intestinal a largo plazo.
Además, una dieta equilibrada rica en proteínas, vitaminas del grupo B y carbohidratos complejos contribuye a mantener la energía y el bienestar general, sin depender de soluciones rápidas o poco saludables.