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Las hermanas Cabrera, sanjuaninas que levantan su casa tras la lluvia y el sismo
Ayudan a Pedro, su abuelo, para volver a poner en pie lo que se cayó. Quieren vivir mejor.
Por Facundo Merenda
Son más de 400 familias sanjuaninas las que sufrieron pérdidas materiales por las intensas lluvias que registró la provincia en los últimos días. Algunas de ellas fueron evacuadas, mientras que otros se quedaron con lo poco que tenían para volver a empezar. Las hermanas Cabrera viven en Pocito y juntas transformaron la angustia en trabajo. Sin horarios, y con ganas de cambiar la realidad que las rodea, empezaron a levantar lo que el agua y el terremoto de enero les dejaron en el suelo.
Andrea (23), Daniela (20) y Sara (18) están acarreando tierra que acumularon en el frente de su vivienda luego del movimiento telúrico de 6,4. Este fue el responsable de dejarlas con una mano atrás y otra adelante. Ahora, la tierra las ayuda para remandar los baches y no pisar los charcos de agua que se formaron en el interior de su humedecida casa.
Son cuatro hermanas, la otra cumplirá el turno de trabajo rotativo en la tarde junto a sus padres. Viven en calle Aberastain pasando 15. Trabajan bajo la mirada atenta de su abuelo, Pedro Cabrera, que las supervisa y también las ayuda con una pala a cargar una carretilla que se traba cada vez que intentan cruzar entre las piedras y los pozos de barro que se generaron sobre el camino.
“Fueron días de terror. La lluvia nos complicó, pero dentro de todo estamos bien”, contó Andrea, la mayor de las Cabrera.
Vivieron jornadas tristes, aunque en sus rostros se refleja una sonrisa. Quieren volver a construir la casa en donde nació el amor de su abuelo para formar la familia que actualmente son. Esos metros de terreno les traen los mejores recuerdos. Por ese motivo aseguran que tienen la responsabilidad de mantener intacta la memoria de los siete integrantes de ese hogar.
El terremoto les tiró la casa. Sin embargo tuvieron suerte y recibieron un módulo, aunque las hermanas se pusieron a ampliar la vivienda y en menos de una semana le realizaron una extensión por medio de un tinglado de lata que recubre la casa y le da más amplitud para resguardar algunos muebles que dormían a la intemperie.
“Entre todos tratamos de ir levantando un poco esto”, contó Daniela. “Es complicado lo que estamos viviendo porque perdimos todo. Nos quedamos prácticamente en la calle”, agregó.
El abuelo sostuvo que son chicas muy comprometidas. Relataron que en este tiempo recibieron algo de mercadería, pero ellas se las rebuscan para conseguir el sustento diario. No están en una situación mejor que el resto de sus vecinos, pero al vivir en una zona más alta de donde pasa el canal soportaron menos la creciente que otras familias de ese sector.
Tienen un propósito claro: levantar su casa. Este hecho les posibilitará vivir mejor y seguir escribiendo la historia de su familia.