Provinciales > Motocross de luto
Una última carrera: la kilométrica y masiva caravana que acompañó al “Wey” Zapata Bacur
Por David Silva
Cuando el féretro cruzó la puerta de la Cochería San José, en calle Salta entre Santa Fe y Córdoba, todos quienes querían al "Wey" Zapata ya estaban listos para acompañarlo en su último viaje. Uno de sus familiares, al sentir el rugir de los motores y las voces de aquellos que tanto lo admiraron no pudo evitar levantar el casco del "Wey" en aire y con lágrimas, rindiéndole homenaje. El joven corredor de motocross sanjuanino recibió la calurosa despedida de toda una provincia.
El féretro fue cargado en el coche fúnebre Lincoln, un vehículo que es reservado para aquellos sanjuaninos que destacaron en la provincia. Los aplausos se adueñaron de la calle mientras el #124, su número de competición, se encaminaba hacia el cementerio. Al cargarlo, los padres de Zapata y sus familiares más cercanos no pudieron evitar romper en llanto y el dolor se hizo perceptible. Hubo abrazos de consuelo y una amarga resignación por el destino del joven deportista.
Amigos y compañeros de motos arrancaron otra vez sus motores y los sonidos provenientes de los escapes se pusieron el tono a la tarde de este martes. “Vuela alto Wey”, fue uno de los gritos que se repitieron durante el acompañamiento. Además, los banderines con los colores del club de fútbol Boca Juniors, equipo del que el Wey era fanático, acompañaban la despedida.
Así comenzó el viaje hasta el Cementerio de Rawson, un viaje como pocas veces se ha visto debido a la cantidad de motocicletas que acompañaban la marcha del coche fúnebre. Entre arrancones, aplausos y despedidas a viva voz, las personas de a pie también se agolparon en las orillas del Conector Sur y sobre el puente de Avenida de Circunvalación para ver el cortejo y decirle adiós al joven icono de la resiliencia que se ganó el corazón de toda una provincia al superarse constantemente tras haber perdido su brazo izquierdo en un siniestro de tránsito.
En un trayecto que duró alrededor de una hora, casi 200 motocicletas (según estimaciones policiales) ocuparon los carriles del Conector Sur mientras el resto de vehículos que no pudo entrar en el cortejo lo siguió por los laterales y calles aledañas en dirección al cementerio. Casi todos con celular en mano, transeúntes y motociclistas, tomaron fotos entre sollozos y grabaron vídeos de un momento poco antes visto. Las lágrimas, cánticos de despedida y saludos al campeón quedaron registrados en cada corazón y cada foto.
En ese momento no importaron las cilindradas ni las marcas. Toda una comunidad de deportistas y seguidores de los "fierros" coparon las calles. La caravana fue encabezada por una moto en la que iba por un familiar y su ahijado, quien llevaban el casco de competición. "Acá está el Wey", "Adiós campeón" y "Vuela alto Wey" fueron las frases que más ocuparon los gritos y homenajes de la gente, su gente, en sus últimos minutos.
Con un operativo policial que se vio casi desbordado por la cantidad de gente que acompañó, los restos del "Wey" llegaron alrededor de las 18.20 horas al Cementerio de Rawson, donde allí también una multitud de sanjuaninos y motos lo aguardaban. Entre cánticos, cascos en el aire, fuertes arrancones de escapes, el coche fúnebre ingreso al camposanto lentamente mientras los testigos intentaban tocar el ataúd en un último intento de despedirse y saludaban con golpes de puño y a veces tomando las manos de los padres que entraban al predio.
Las puertas del cementerio se cerraron y la familia ofició un pequeño funeral privado. Allí, Sofía Moreno, la médica que le salvó la vida en noviembre de 2020, su profesor de catequesis y su ahijado le dedicaron unas últimas palabras. "Si Jesús se llevó un Domingo de Pascua es porque quiere tener al mejor ángel a su lado", dijo Moreno ante los restos de su protegido, a quien le asignó el papel de ángel de la guarda. Afuera, la multitud de motociclistas seguía haciendo sonar sus motores como un último para quien fuera su amigo y compañero de motos.
Su reposo final fue, tal vez, como le hubiera gustado despedirse: rodeado de su familia, sus amigos y envuelto en el sonido de los motores que tanto amo desde los 3 años. Así, San Juan, tierra de pilotos y deportistas, despidió a su hijo más querido, no solo por su calidad de persona y su calidad como deportista, sino también por su aguante y ejemplo. Vuela alto Wey