La resistencia y el horror como huellas de la última dictadura militar

Las víctimas de la última dictadura militar quedaron con secuelas psicológicas que padecen hasta el día de hoy, pero también muchos han logrado reparar aquellas heridas, que llevarán consigo por siempre, gracias a los juicios de Lesa Humanidad y la lucha colectiva. Se trata de las huellas del horror del genocidio perpetrado por el terrorismo de Estado y las marcas de la resistencia que nos legaron las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. La psicóloga sanjuanina Norma Aubone, integrante del Foro de Salud Mental y Derechos Humanos y acompañante de las víctimas testigo en los juicios, dio detalles sobre las marcas que aún quedan de aquel 24 marzo de 1976.

“Cuando un testigo es citado emergen los recuerdos con la misma carga de angustia que fue sofocada. El acompañamiento en ese momento, como escucha respetuosa de su singularidad, les permite reorganizarse para afrontar la declaración que siempre es vivida como intimidante”, comentó Aubone, quien asiste a las víctimas del terrorismo de Estado en los juicios de Lesa Humanidad.

Muchos no pudieron compartir esas vivencias ni con familiares o amigos hasta que llegaron a la Justicia. Esto fue provocado por temor a sufrir discriminación o por un bloqueo propio de la persona, de acuerdo a Aubone. “Habla de la eficacia simbólica de la política del terror que operó durante la dictadura y ni hablar de las estigmatizaciones sociales por el 'algo habrán hecho'  que familiares de desaparecidos sufrieron en sus espacios laborales y sociales en general, donde hubo un efecto negacionista después del  Primer Juicio de 1985, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. , dijo la profesional.

En este sentido, Aubone destacó la importancia que fue verbalizar y poner en palabras esas huellas del horror para las víctimas en los juicios de Lesa Humanidad. De esta manera, según la psicóloga, el proceso judicial jugó un papel clave como forma de reparación individual y social porque posibilitó a las víctimas reconectarse con su vida personal, su discurso fue legitimado y puesto en valor y se convirtió en un logro por hacer público aquello que fue sofocado y silenciado. Expresó que las víctimas desde su verdad subjetiva sintieron que pudieron colaborar en la escritura de la historia,  de una verdad colectiva, registros de la memoria y base de la identidad nacional.  “También implica la posibilidad de cerrar un capítulo en su vida, que, si bien las huellas quedan como asimismo las heridas que no curan definitivamente, este cumplimiento con un deber-derecho pendiente opera claramente como alivio de las mismas”, contó la experta.

Las huellas del horror no solo dejaron efectos en lo individual, sino además en la sociedad entera. Por eso, Aubone resaltó las consecuencias sociales del terrorismo de Estado como el resquebrajamiento de los lazos colectivos y de solidaridad, así como la vigencia de algunas prácticas de la época en las instituciones como la represión de la protesta social. “El 'no te metas' resume la herencia nefasta de la última dictadura militar que fomentó la despolitización de la sociedad y el miedo a intervenir en asuntos públicos”, consideró.

Ante las huellas del horror, la psicóloga destacó las huellas de la resistencia que surgieron en plena dictadura como resultado de la perseverante lucha de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo que se encuentra viva en distintos movimientos como el feminista, el colectivo LGBTIQ+, entre otros. Aubone expresó que esta también fue una forma de reparación. “Están las huellas de reparación en la lucha, resistencia, la visión esperanzadora y el convencimiento de que en lo común y colectivo es la única forma de encontrar la salud mental”, contó.

“Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo con sus luchas insistentes a todo tipo de adversidades, persistieron en su demanda de justicia y verdad sin odios ni venganzas, sino con el insistente pedido de saber dónde están los desaparecidos y los hijos sustraídos”, finalizó.