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Provinciales > TRABAJAR CON LA MUERTE

Día del Trabajador: panteonero, la indispensable y oculta labor de un cuidador de almas

Cómo es trabajar con la muerte, ser testigo del dolor y velar por el descanso eterno.

01 de mayo de 2023
El panteonero del Cementerio de Rawson (Foto: DIARIO HUARPE).

En silencio, entre el perfume a flores marchitas, el resplandor del bronce, el frío mármol y algunos serenos de cuatro patas, nos esperaba Franco Guajardo, quien desde hace 10 años es uno de los panteoneros del Cementerio San Miguel de Rawson. En el Día del Trabajador, DIARIO HUARPE entrevistó a este joven que tiene a su cargo esta indispensable y oculta labor en la necrópolis de calle Meglioli. Trabajar con la muerte, convivir con el dolor y hacer que se cumpla el descanso eterno, son algunas de las tareas que realiza día a día.

Un poco tímido y a la vez con cierto orgullo, Franco comenta que su trabajo es una labor que viene de familia. ”Mi papá trabaja aquí hace más de 15 años. Desde chico, siempre fue algo común para mí que él me contara sobre los gajes de este oficio. Además, mis abuelos descansan aquí y también por eso, este cementerio siempre me resultó un poco familiar”.

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“Es un trabajo tranquilo, pero raro. No es fácil trabajar aquí, hay que tener la cabeza tranquila, porque acá llega gente con mucho dolor y bronca, que muchas veces por la situación se molesta con el personal, pero debemos ser empáticos y entender por lo que pasan, eso también es parte de nuestra labor”, asegura Franco, quien desde hace cinco años es planta permanente del cementerio.

Él trabaja de lunes a viernes, incluyendo feriados, seis horas diarias y su labor consiste en encargarse de la organización de los sepelios, hacer sellado de nichos y traslados de féretros. “Nuestra tarea se basa en que cuando alguien muere, debemos verificar qué nicho está desocupado y ponerlo en las mejores condiciones, para esperar a que comience el sepelio y asistir en toda la ceremonia hasta recibir el féretro e introducirlo en su tumba”.

“Me gusta trabajar aquí, hay un buen ambiente laboral y somos un grupo unido. Eso es fundamental cuando se desempeña en un ambiente en el que atendemos a gente que llega derrumbada por el dolor y hasta incluso borracha, comúnmente para ciertas fechas como días del padre y madre y también las fiestas”, explica Guajardo.

Al ser consultado sobre las virtudes y defectos de este trabajo, el panteonero expresó: “Disfruto de la tranquilidad que da el ambiente e incluso de la responsabilidad que conlleva este oficio. La peor parte es ver todo el tiempo a gente llorar, aún no puedo acostumbrarme a eso”.

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Convivir con el dolor y no salir lastimado

Es fácil pensar que con el tiempo las personas se adaptan a cualquier situación, sin embargo, a pesar de los años que lleva trabajando como panteonero, Franco aún no puede olvidar un hito que marcó su historial laboral y personal.

 "A los tres meses de haber empezado a trabajar, decidí que era hora de presenciar un sepelio y se lo pedí a mi jefe, con la idea de empezar a interiorizarme en este mundo. Lo que nunca imaginé es que sería la ceremonia para un bebé. En cuanto recibí el ataúd y sentí el dolor de esa madre, no pude evitar sentirme completamente devastado. El llanto desgarrador de esa mujer no lo olvidaré jamás”, confiesa este joven que ya tuvo a su cargo cientos de sepelios.

Escenario ideal para el esoterismo y la actividad paranormal

Sin dudas, este solitario, silencioso y lúgubre sitio, se convierte en la locación perfecta para narrar algún tipo de historia de terror. En este sentido, Franco declara que si bien, por suerte, nunca fue testigo de una profanación, si presenció brujerías y situaciones que le escapan a la lógica.

“He sido testigo de decenas de brujerías, es común encontrar botellas de bebidas alcohólicas, velas, prendas de vestir y bolsas con pochoclos”. A su vez, confiesa que a pesar de también trabajar en el silencio y la oscuridad del turno nocturno, nunca ha visto o escuchado a seres que no sean parte del plano terrenal, pero afirma creer en ellos por los relatos de sus compañeros y por una experiencia puntual que lo marcó.

“Cada vez que me tocaba ir a limpiar al fondo del cementerio, me encontraba con una tumba que siempre tenía una vela recién encendida. Cada vez que visitaba ese nicho había una vela ardiendo, sin importar el horario que fuera”. Algo inexplicable, más aún, cuando esto ocurría mientras el cementerio se encontraba cerrado.

Dato

Franco Guajardo comenta que el Día del Trabajador lo celebrará trabajando, ya que debe cumplir con las guardias mínimas que mantiene el cementerio en días no laborables. Esto solo demuestra que una efeméride no detiene el tiempo y las personas mueren todos los días. Es ahí, cuando la labor del panteonero, se vuelve una pieza fundamental. Tanto de la vida, como de la muerte.

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